España acoge a un ucraniano prorruso que fue acosado por la inteligencia de Putin

Ha relatado que organizó las milicias separatistas de Lugansk, fue detenido por el SBU de Ucrania, se marchó a Rusia y allí el FSB le presionó para colaborara con ellos

Una mujer mayor camina frente a un edificio bombardeado el pasado de 21 febrero, a 23 de febrero de 2022, en Novoluhans'ke, Oblast de Donetsk (Ucrania).
Una mujer mayor camina frente a un edificio bombardeado el pasado de 21 febrero, a 23 de febrero de 2022, en Novoluhans'ke, Oblast de Donetsk (Ucrania).
  1. Organizó milicias separatistas prorrusas
  2. Detenido por la inteligencia ucraniana
  3. Le acusaron de ser espía ruso
  4. Huyó a Rusia con su madre
  5. FSB, servicio de inteligencia heredero del KGB
  6. Un vídeo para acusar al gobierno de Ucrania
  7. Inteligencia militar: el GRU
  8. Volver a Ucrania como agente del FSB
  9. “No era bien recibido en Rusia”
  10. Nauseas y vómitos tras una visita del FSB
  11. O se iba, o le entregarían a Ucrania
  12. Vetado en los Balcanes, llegó a Bilbao
  13. Lesiones a su madre, maltrato a policías
  14. Protección subsidiaria
Vladimir Putin, presidente de Rusia.
Vladimir Putin, presidente de Rusia.

El servicio de inteligencia ucraniano (se entiende que el SBU), el Servicio Federal de Seguridad o FSB ruso (sucesor del KGB), y hasta el servicio de inteligencia militar del antiguo Ejército Rojo (el GRU) aparecen citados en el relato de un hombre de nacionalidad ucraniana que ha ganado la batalla por obtener protección internacional en España.

Confidencial Digital ha consultado una sentencia reciente de la Audiencia Nacional, que estima el recurso de este ucraniano y revierte parcialmente la decisión del Ministerio del Interior.

El protagonista de esta historia formalizó una solicitud de protección internacional el 10 de mayo de 2018 ante la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional en Bilbao.

Tuvo respuesta tres años después. La subsecretaria de Interior firmó el 25 de noviembre de 2021 una resolución por la que le denegó el derecho de asilo y la protección subsidiaria.

El afectado recurrió ante la Audiencia Nacional. Solicitó que se declarara su derecho a obtener el estatuto de protección internacional como refugiado, y subsidiariamente pidió que se le reconociera el estatuto de la protección internacional subsidiaria, otro tipo de protección internacional distinta al asilo.

La Sección Cuarta de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional dictó el pasado 20 de marzo una sentencia por la que estima parcialmente ese recurso, y anula la resolución de la subsecretaria de Interior sólo en cuanto deniega la protección subsidiaria, y por tanto declara el derecho de este ucraniano a dicha protección subsidiaria.

Organizó milicias separatistas prorrusas

Para defender su derecho a ser acogido en España, este hombre alegó que tenía miedo a ser perseguido por las autoridades de Ucrania, y por eso no le podían obligar a volver a su país de origen.

¿Por qué le “perseguían” las autoridades ucranianas? Lo achacó a su actividad política a favor de la secesión de Lugansk, una de las dos regiones del este de Ucrania (junto con Donetsk) en las que los separatistas prorrusos se alzaron en 2014 para tratar de conseguir segregar el territorio del conjunto de Ucrania.

El solicitante de asilo aseguró que había sido “amigo cercano” del líder de la autoproclamada República Popular de Lugansk, que si bien no se cita por su nombre, debe ser Valeri Bólotov, quien lideró las instituciones políticas que los separatistas levantaron en 2014 en esa región.

 

Además de esa amistad, este ucraniano prorruso relató ante la Policía Nacional, cuando pidió asilo al llegar a Bilbao en 2018, que se había encargado de organizar los preparativos para formar las milicias de la República Popular de Lugansk que se enfrentaron a las fuerzas armadas ucranianas y a milicias antiseparatistas en la guerra civil que comenzó en 2014.

Detenido por la inteligencia ucraniana

“Comenzó a tener problemas en su país el pasado día 10 de abril de 2014”, según el relato recogido por la sentencia, “cuando el Servicio de Inteligencia Ucraniano entró en su domicilio familiar en Stakhanov, Ucrania (el solicitante vivía entonces con su madre) derribando la puerta con un explosivo. El solicitante fue arrestado y trasladado hasta unas dependencias del Servicio de Inteligencia en Lugansk”.

Hay que señalar que el referéndum de secesión de Lugansk se celebró en mayo, y las nuevas autoridades declararon la independencia. Pero antes, en abril, se habían producido levantamientos violentos, incluido el asalto de un grupo de manifestantes a un edificio del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, por las siglas transliteradas del ucraniano), la agencia de seguridad nacional y servicio de inteligencia interior de Ucrania.

Le acusaron de ser espía ruso

El caso es que -siempre de acuerdo con los hechos relatados por el solicitante de asilo- miembros del SBU ucraniano entraron en casa de este destacado prorruso en Lugansk y se lo llevaron detenido.

En la sede del servicio, “los agentes le apuntaron con sus armas, amenazándole con el objetivo de que confesara que era miembro del servicio de inteligencia ruso”. La sentencia no precisa a cuál de las agencias de inteligencia de Rusia le acusaban de pertenecer.

“Después de varias horas de amenazas y agresiones físicas, el solicitante fue trasladado hasta las dependencias centrales” del SBU en Kiev, “donde permaneció confinado en una celda de aislamiento durante tres o cuatro días, donde permanentemente estaba acompañado por dos agentes, que siempre tenían las luces encendidas con el fin de no permitirle dormir”.

Fue transferido a la policía ucraniana y después enviado a una cárcel de Kiev. Pasó en esa cárcel 59 días, y “durante este tiempo, incluso los mismos funcionarios de la prisión seguían acusando al solicitante de ser un integrante del servicio de inteligencia ruso”.

Huyó a Rusia con su madre

Salió de la cárcel porque se produjo un intercambio de prisioneros entre el gobierno de Ucrania y los separatistas prorrusos.

Pero cuando quedó libre y volvió a su ciudad, Stakhanov (llamada así en la etaopa soviética, ahora es Kádievka), “se apercibió de que la ciudad estaba tomada por varias furgonetas blindadas pertenecientes al servicio de inteligencia ucraniano, por lo que temiendo volver a ser arrestado, se vio obligado a pasar un par de noches en el domicilio de un amigo”.

En el transcurso de la guerra civil, esa ciudad fue tomada por los separatistas prorrusos dos o tres días después, y entonces ya “pudo volver a casa de su madre para que esta supiera que se encontraba bien”.

Pero decidió escapar del conflicto bélico. Convenció a su madre y juntos se marcharon a Rusia, a la ciudad de Rostov-Na-Donu, región rusa más próxima a Kádievka.

FSB, servicio de inteligencia heredero del KGB

La huida a Rusia no terminó con sus problemas. En junio de 2014 acudió al servicio de inmigración ruso para solicitar asilo, y le contó todo lo sucedido a un funcionario, que “llamó a alguien por teléfono contándole lo que el solicitante había manifestado”.

Tras colgar, el funcionario le dijo que no podía hacer nada por él: de su caso se iba a encargar el FSB.

El Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia (FSB) es el servicio de inteligencia interior y contrainteligencia de Rusia. Es heredero del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) de la etapa comunista. Vladimir Putin llegó a ser director del FSB.

Este ucraniano esperó algunos días más en el campamento de alojamiento temporal para refugiados ucranianos que se había levantado en Rostov. Recibió una llamada del FSB, en la que le pidieron que les entregara toda la documentación relativa a lo que le había sucedido en Ucrania.

Un vídeo para acusar al gobierno de Ucrania

Comenzó así la relación de este ucraniano prorruso con el FSB, al menos, según su versión. Esa relación también derivó en acoso o persecución, como había ocurrido con el servicio de inteligencia ucraniano.

El protagonista y su madre fueron realojados en la ciudad de Taganrov, donde recibió varias visitas de miembros del FSB ruso que querían más detalles de su historia.

Le mandaron a entrevistarse con el responsable regional del mismo Servicio Federal de Seguridad. En esa entrevista concluyó que este alto cargo “parecía estar muy interesado en los métodos utilizados por el servicio de inteligencia ucraniano y en la situación del hijo del solicitante, de 25 años de edad y que vive en una región cercana a Moscú”.

Desde el servicio de inteligencia ruso le propusieron colaborar con el FSB. La plantearon que grabara un vídeo, en el que aparecería contando que la inteligencia ucraniana le había enviado a Rusia, a Rostov, para cometer actos terroristas.

Este hombre se asustó: “Ante la posibilidad de que el FSB utilizase este vídeo en contra del solicitante, se vio obligado a rechazar la oferta de colaboración”. El alto cargo del servicio ruso le dijo que mantendrían el contacto.

Inteligencia militar: el GRU

En el relato introduce a un tercer servicio de inteligencia: “Ante la delicada situación en que se encontraba, el solicitante decidió ponerse en contacto con un antiguo conocido junto con el que prestó el servicio militar obligatorio en la División del Servicio de Inteligencia Militar del Ejército Rojo”.

Cabe suponer que se refiere al Glavnoye razvedyvatel'noye upravleniye (GRU), ahora Directorio Principal del Alto Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa y antes Directorio Principal de Inteligencia de la URSS: el servicio de inteligencia militar de Rusia.

Este conocido de la etapa del servicio militar residía en Moscú, pero precisamente cuando recibió esa llamada se encontraba “en el sur de España”.

Esta persona le llamó una semana después. Dijo haber hablado con personal del FSB, que le había pedido que el ucraniano se dirigiera a las oficinas del servicio en Moscú.

Volver a Ucrania como agente del FSB

Pasó “un mes de entrevistas en las oficinas centrales del FSB en Moscú”. Un día entró en el despacho donde le estaban entrevistando “un mando de alta graduación”, que resultó ser un general.

Le dijo que su caso les resultaba muy interesante, y le hizo una propuesta, distinta a la de grabar un vídeo. Le planteó que colaborara con el FSB, de forma que volviera a su ciudad, Kádievka, “para servir de enlace entre los cabecillas de los milicianos separatistas rusos” en Lugansk, en nombre del Servicio Federal de Seguridad de Rusia.

El protagonista no dio una respuesta, ni afirmativa ni negativa. Posteriormente deslizó que quería acogerse a un programa de repatriación de antiguos nativos de Rusia, porque su abuela materna era de origen ruso, e instalarse en la ciudad rusa de Ussurisk, región de Primorsk.

Desde el FSB le dejaron claro que sería mejor que se quedara en Moscú, “ya que tal y como se estaba desarrollando la guerra en Ucrania, que no se sabía cómo iba a acabar, era posible que el FSB necesitara a gente formada de Ucrania para ocupar puestos de responsabilidad en el gobierno ucraniano”.

Según el relato que hizo en España este hombre, él sabía “que esto último obviamente era mentira”. Consiguió que le dejaran marcharse a Ussurisk con su madre, quien consiguió un permiso de residencia temporal en Rusia, que se otorgaba un año después de solicitar asilo temporal.

A su llegada a Ussurisk el 30 de octubre de 2015 junto a su madre, el solicitante por fin pudo pedir asilo temporal al servicio de inmigración. Pero el centro de acogida cerró, y volvieron los problemas.

“No era bien recibido en Rusia”

Recibió una nueva visita de un agente del FSB y volvió a mudarse cerca de Moscú.

“Se reanudaron los antiguos interrogatorios que había mantenido en Moscú con el FSB. En una de estas entrevistas, le pidieron que sacara todas sus pertenencias y actuaron con él de una forma muy hostil. Le ofrecieron la posibilidad de hacer una prueba de polígrafo (de la verdad), a lo que el solicitante accedió”, y de hecho pasó varias veces por el polígrafo.

En los resultados, le dijeron que estaba mintiendo y le volvieron a exigir que grabase un vídeo acusando a Ucrania de haberle enviado a atentar en Rusia. Él se negó, y la inteligencia rusa endureció el tono: “Tras su negativa, el agente del FSB le dijo que no era bien recibido en Rusia, preguntándole también el solicitante al agente si podía regresar a Stakhanov, región ucraniana separatista de Rusia. Pero el agente le dijo que no sobreviviría allí dos semanas”.

Nauseas y vómitos tras una visita del FSB

Un alto cargo del FSB que ya había seguido su caso le visitó en su casa, de forma “extraoficial”.

Compraron cervezas y comida, estuvieron conversando un par de horas y el oficial de inteligencia pidió ir al baño. Cuando se marchó el espía, después de una rápida despedida, el ucraniano entró al baño: repentinamente, sintió nauseas muy intensas, y salió corriendo del baño para acabar vomitando por la ventana del salón. Sentía verdaderas dificultades parar espirar y mantenerse en pie. Tras permanecer más de media hora con la mitad de su cuerpo asomado a la ventana con el fin de airearse, empezó a recobrar la capacidad normal para respirar”.

Empezó a pensar “que el FSB pretendía acabar con su vida”.

No hay que olvidar que espías rusos y opositores a Putin han muerto envenenados, como Alexander Litvinenko en Londres (un té con polonio 210) y Sergei Skripal (con Novichok). Skripal tuvo en su momento contactos con el CESID español.

Aquella misma noche, a finales del mes de julio de 2016, compró un nuevo teléfono móvil y una tarjeta SIM y se deshizo de los anteriores.

Dejó de ir a trabajar, cogió un tren y se marchó a vivir con otro antiguo compañero del servicio militar.

O se iba, o le entregarían a Ucrania

Volvieron a localizarle el día que a su madre le dio una arritmia y tuvo que identificarse con su nombre al llamar a una ambulancia.

Al día siguiente, recibió una nueva visita de ese oficial del FSB, acompañado de otra persona que grababa todo con una cámara de vídeo. Le entregaron un papel en el que el servicio le daba un ultimátum de 72 horas: o abandonaba Rusia, o le entregarían a los servicios de inteligencia ucranianos.

Acabó firmando ese documento, donde también le prohibían volver a Rusia hasta 2030.

Vetado en los Balcanes, llegó a Bilbao

Le devolvieron el pasaporte ucraniano. Trató de pedir un visado para entrar en la Unión Europea: imposible.

Lo intentó en Montenegro, y también se lo denegaron. “Un alto funcionario del servicio de asilo montenegrino le recomendó no pedir asilo en países balcánicos, ya que todos ellos tienen conexión con el FSB”.

Así que decidió alejarse de los Balcanes, y acabó llegando a Bilbao. No se explica el porqué de esa elección, ni por qué vía (avión, barco...) llegó al País Vasco.

En la capital de Vizcaya le atendieron en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, donde le informaron de los trámites para formular una solicitud de protección internacional.

Lesiones a su madre, maltrato a policías

Si esta extensa historia no fuera suficiente, este hombre de nacionalidad ucraniana alegó que “la acusación de alta traición que pesa sobre él en Ucrania no es cierta, ya que incluso sus datos aparecen en un registro web ucraniano de ciudadanos nacionalistas, y que le acusan de participar en actividades bélicas a favor de los separatistas, cuando su detención se produjo antes de que se hubiese realizado cualquier maniobra militar”, en 2014, como se ha explicado.

Cabe añadir que algunos documentos aportados al procedimiento judicial parecen apuntar a nuevos episodios conflictivos en la vida de este ucraniano: un auto de imputación del Juzgado del Distrito Shevchenko de la ciudad de Kiev; escrito de imputación del mismo juzgado; atestado sobre la detención... y junto a otros documentos, “informe clínico del Servicio de Urgencias del Hospital de Cartagena que recoge las lesiones que el solicitante produjo a su madre”, y “denuncia presentada contra el solicitante por malos tratos físicos en la Dirección de Policía de Cartagena”.

Protección subsidiaria

Cuando el caso de este hombre llegó a la Audiencia Nacional, la Abogacía del Estado, en nombre del Ministerio del Interior, reculó en parte en su negativa a acogerle.

Continuó oponiéndose a concederle el estatuto de refugiado, al considerar que no se dan los requisitos previstos en el artículo 3 de la Ley 12/2009, de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, porque no concurre ninguna de las causas de persecución previstas legalmente.

Pero sí se allanó, dio marcha atrás, para apoyar que se le concediera la protección subsidiaria, “ya que concurre en el momento actual en el país de origen del recurrente una situación genérica de conflicto subsumible en el supuesto previsto en el artículo 10.c) de dicho texto legal, aceptando así la procedencia de anular la resolución impugnada y de reconocer a la parte recurrente dicho tipo de protección”.

La Audiencia Nacional avaló este arreglo, en línea con normas y jurisprudencia que en los últimos años han flexibilizado los requisitos de asilo y han concedido protección a personas que llegaron a España huyendo de la guerra de Ucrania.

Por eso estimó parcialmente el recurso, y declaró el derecho del solicitante a la protección subsidiaria.

Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.
Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.

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