Internet y la segunda revolución sexual, y en las puertas de la tercera

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Los temas de los artículos de opinión que publico en este periódico me surgen espontáneamente, bien a través de una conversación con una amiga o de un suceso, o después de escuchar a alguno de los ponentes de alguna de las conferencias que organizo, en “Conversaciones con Luz Propia”, en mi tierra chica, Teruel. El tema de hoy recoge muchas de las ideas que le pude escuchar a D. Alejando Navas, Filósofo y Sociólogo, quien disertó sobre Internet y la Segunda Revolución Sexual.  Actualmente, este título ya no sorprende a nadie, puesto que, con frecuencia, salen en los medios acciones delictivas relacionadas con el sexo por medio de Internet o de las redes. Para un estudioso o un sociólogo, como el Dr. Navas, lo primero fue enmarcar históricamente el tema, mencionando las connotaciones de la sociedad moderna o postmoderna.

En el diccionario de la RAE, el término revolución supone un “cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”. El término revolución, que aquí se usa, es un concepto específico de la modernidad o postmodernidad, ya que las reivindicaciones de otras épocas eran consideradas como rebeliones o revueltas contra el poder, un ejemplo de revueltas son las de los campesinos alemanes contra los príncipes del Sacro Imperio Romano Germánico. 

En nuestra época, la revolución pretende acabar con el presente, por insoportable, de forma radical y brutal para instaurar un nuevo orden. En el que se apuesta por un nuevo modelo de sociedad, desgajado del pasado, y en el que aparece la idea de proyecto intelectual. Estas pretensiones son asumidas también por la cultura woke.

Desde los orígenes de la humanidad, el sexo se considera misterioso y poderoso, lo que se refleja en las diosas de la fecundidad, Deméter y Ceres. Los inicios de la revolución sexual acontecen en torno a principios del siglo pasado, aunque los momentos más álgidos, de esta primera revolución, los podemos situar alrededor de los años 60, en la que se apuesta por la relajación de costumbres, sobre todo, en el terreno sexual. La aportación intelectual de esta revolución sexual se vincula a S. Freud y a sus seguidores, conlleva un gran cambio antropológico, en el que el sexo se toma como lo que nos define como individuos, el hombre sería como un “lívido andante”. Además, se pretende que el sexo sea algo primordial para que invada todos los ámbitos de la cultura, la académica y la popular, a la literatura y al cine. Así, se acaba pensando que el sexo es bueno y divertido, del que hay que disfrutar a tope, sin límites, y del que se deben acabar los viejos tabúes o las consideraciones morales. 

Socialmente, la revolución sexual está intrínsecamente relacionada con el feminismo que pretende cambiar el papel de la mujer, subordinado al del hombre en esos momentos, y que en las primeras décadas de 1900 el feminismo es sufragista. Antes de las dos guerras mundiales la mujer se ocupaba del hogar y de la crianza de los hijos, mientras que lo propio del hombre era ocuparse de tareas fuera del hogar, se ocupaba del pastoreo, de la agricultura, de los negocios, de la guerra, (...). Sin embargo, mientras los hombres luchaban en las dos guerras mundiales, las mujeres se ocuparon de las oficinas, del comercio, de las escuelas, de las fábricas, de los hospitales, etc. Este hecho provocó que la mujer entrase de lleno en el mundo de la educación, en las aulas, y en el mundo del trabajo, fábricas y oficinas, en los que permanece. 

Otro aspecto relevante de esta revolución fue el farmacológico, es decir, la aparición de la píldora y su posterior comercialización en 1961. La creación de la píldora se debe a un encargo de Margaret Sanger, enfermera alemana y adinerada, a Planned Parenthood Federation of America – PPFA, fundada por ella misma, en 1958, con fines eugenésicos. Con la píldora se disgrega la reproducción de la sexualidad, lo que se mantiene, hoy en día, con grandes consecuencias socioeconómicas.

La segunda revolución sexual empieza con la llegada de Internet, dado que, como apuntó el Dr. Navas, Internet se puede caracterizar por cinco aes, las tres primeras, la a de accesibilidad, la  a de abaratamiento, la a de anonimato, y las dos consiguientes, la a de aceptación y la a de agresividad. Estas características facilitan el acceso fácil y barato al sexo.  

Otros factores, están relacionados con los medios de comunicación, el cine, la televisión o los comics, en los que se presenta el sexo unido a la violencia, y también con la moda. En esta última, según el máximo experto en la sociología de la moda, el francés, Gilles Lipovetsky, en la moda impera el “desnudamiento del cuerpo femenino”. Las tendencias actuales de la moda siguen esa línea, apuestan porque las mujeres prescindan de prendas íntimas y por las transparencias. El filósofo y sociólogo francés, G. Lipovetsky, cree que “vivimos en una nueva era de globalización de la moda” que está conformando un universo cada vez más ecléctico. El ciudadano de a pie constata, en su día a día, la tendencia de la moda hacía la desnudez de la mujer, basta observar cómo va cogiendo fuerza esta tendencia entre nuestras adolescentes y jóvenes. La forma de vestir en las ciudades se aproxima cada día más a las de las zonas de playa. 

También es cierto que el sexo mueve mucho dinero, casi al mismo nivel que el del tráfico de armas y de drogas. Durante la pandemia se disparó el acceso a páginas “porno” como Pornhub  y OnlyFans, esa última página pasó de 5 millones de abonados a 95 millones, y en la actualidad ya supera los 130 millones. Hoy en día, algunos gobiernos, como por ejemplo el de Francia, están empezando a contemplar la necesidad de poner barreras para que los niños, de entre 8 y 10 años, y los jóvenes no puedan acceder a este tipo de páginas por el daño psicosocial que provocan. Esto supone que muchos de los jóvenes de este siglo solo adquieren formación sexual a través de la pornografía, lo que les proporciona una visión engañosa del sexo y que, en general, va unido a la violencia. Este binomio, sexo y violencia, distorsiona los comportamientos humanos, dándose el caso de que el golpear a una joven se asocie al placer. Además, según datos recientes se calcula que el 60% de los divorcios están relacionados con la pornografía. 

 

En la música y el baile también se aprecia una fuerte componente sensual, como algunos expertos señalan en el reguetón. Algunos portales, como Fucsia, recomiendan diferentes canciones de este estilo musical para tener un momento muy sensual en las relaciones de pareja. Otro medio, en el que se banaliza el sexo o al menos no se le da una visión integradora dentro de la naturaleza del ser humano, es el formado por las series. Recientemente, se ha lanzado una serie “Red Flags” en la que sus jóvenes protagonistas apuestan por la normalización de las relaciones sexuales entre los adolescentes y jóvenes. Esta serie es un ejemplo más del constante desafío de los códigos tradicionales relacionados con la concepción de la moral sexual, el comportamiento sexual humano, y las relaciones sexuales.

Tampoco hay que obviar la presión social o grupal entre los jóvenes, lo que los lleva a tener relaciones a edades tempranas, sin desearlas realmente en todos los casos. Lo que quieren, estos jóvenes, es no sentirse diferente al grupo, no ser calificado de raro, no ser motivo de burlas, (...). En este tema, como en tantos otros, hay jóvenes que son víctimas de acoso.

El consumo del sexo por medio de Internet está demostrado que afecta negativamente al desarrollo   armónico de nuestros jóvenes, de ahí que urja una regulación del acceso a ciertos sitios web. Aparte de las medidas que puedan venir de los gobiernos para frenar el acceso de los jóvenes a la pornografía, parece obvio que, la solución pasa por hacer un uso responsable de las pantallas. Algunos estudios demuestran que un joven, al acabar sus estudios de secundaria, ha dedicado 10 mil horas al estudio y 13 mil al uso de las pantallas. En primer lugar, en las familias, los padres son los primeros que han de dar ejemplo a sus hijos y ser fuertes para frenar el uso de las pantallas. Después, se han de involucrar las escuelas, en las que los docentes ya empiezan a señalar los aspectos negativos del uso de las pantallas en el aula, uno de los principales es la falta de concentración. 

Reconducir la actual concepción desfigurada de la antropología del ser, costará esfuerzo, pero no por ello hay que perder la esperanza, ni desfallecer, sino resistir y confiar en quien nos sostiene, como dice Mons. Munilla “Dios existe y no eres tú, relájate”.

En mi opinión, estamos ya adentrándonos en la que podría ser la tercera revolución sexual asociada al meteórico desarrollo de la IA, de la Web3 y del metaverso. 

 

Tomasa Calvo Sánchez

Catedrático de Universidad

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