El rey Felipe se somete a la prueba anual para pilotar helicópteros

Debe superar un reconocimiento médico en el Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial, en la base de Torrejón de Ardoz

El rey Felipe, con el personal del Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial.
  1. Piloto de helicópteros y cazas
  2. Foto con el personal
  3. Vista, tensión arterial, artritis...
  4. El rey, a los mandos de helicópteros
Felipe VI en la cabina de un helicóptero "Superpuma" del Grupo 82 de Fuerzas Aéreas, en la Base Aérea de Gando (Gran Canaria).

Los pilotos de aviones y helicópteros de las Fuerzas Armadas deben superar unas pruebas médicas para certificar que mantienen las capacidades psicofísicas necesarias para poder ponerse a los mandos de una aeronave.

La Orden Ministerial 23/2011, de 27 de abril, por la que se aprueban las normas para la valoración de la aptitud médica del personal de las Fuerzas Armadas con responsabilidad de vuelo, establece varios tipos de reconocimientos médicos.

Hay unos reconocimientos médicos periódicos, para comprobar que se mantiene el grado de aptitud médica correspondiente al grupo y actividad aeronáutica de la persona examinada y que se realiza con distinta periodicidad.

El reconocimiento anual se efectúa “con carácter general en la fecha de nacimiento, pudiendo realizarse durante los 45 días previos a la misma, en una Unidad de Reconocimientos Médico Aeronáuticos. Si el reconocimiento médico correspondiera en una fecha en la que previsiblemente dicho personal de vuelo vaya a estar realizando maniobras, destacamentos, comisiones etc., fuera del territorio nacional, debería efectuar un reconocimiento médicoaeronáutico en el mes previo al inicio de dicha actividad”.

El personal militar que realiza funciones de pilotaje a bordo de aeronaves de cualquier tipo, como caza, transporte o helicópteros, deben además someterse a un reconocimiento “cada tres años, en la Unidad de Reconocimientos Médico Aeronáuticos del CIMA para todo el personal de los grupos I, II y III que pasen reconocimiento periódico anual en otros centros”.

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Piloto de helicópteros y cazas

El Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial, situado en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid), tiene entre sus funciones la evaluación médica del personal de vuelo, para garantizar que mantienen la condición psicofísica exigida.

Este centro recibió hace unas semanas la visita, para pasar reconocimiento médico anual, de un piloto de helicópteros y también de avión de combate, muy especial: el rey Felipe VI.

Don Felipe está en posesión de las alas de piloto de helicópteros tanto del Ejército de Tierra como del Ejército del Aire. En ocasiones pilota él mismo helicópteros, con ocasión de visitas a unidades militares.

En la Academia General del Aire (AGA), de San Javier (Murcia), también aprendió a pilotar aviones, y en ocasiones se ha puesto a los mandos de cazas de combate, como el Eurofighter.

Foto con el personal

Cada año don Felipe acude al Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial. Es una visita privada, que no aparece en su agenda. Acude a pasar las revisiones médicas de ese reconocimiento anual que establece la normativa para los pilotos de helicópteros y aviones.

Aunque el cumpleaños del rey es el 30 de enero, suele pasar reconocimiento en primavera, en torno al mes de mayo.

Aprovechando esa visita privada, el personal del CIMA se hace una foto con el rey en el exterior del edificio.

Esa misma tradición se cumplió este año. Felipe VI no vestía uniforme militar, ni tampoco traje y corbata, sino de manera más informal, con americana y camisa de rayas.

Al rey le recibió la directora del centro, la coronel médico Beatriz Puente Espada. Se trata de una oficial especializada en medicina aeroespacial, que lleva años destinada en el CIMA.

Asumió la dirección cuando el Gobierno ascendió a general de brigada a la anterior directora, Rosa María García Toledano, especialista en Oftalmología.

Vista, tensión arterial, artritis...

En estos reconocimientos, se evalúa las condiciones psicofísicas del piloto, desde la tensión arterial hasta la vista, pasando por muchos otros parámetros importantes.

Hay una serie de afecciones que suponen que un piloto no sea “apto” en el reconocimiento periódico. Por ejemplo, las alteraciones de la tensión intraocular, la reducción del campo visual, defectos en la función visual binocular... son afecciones de la vista que pueden suponer que el piloto no pase el reconocimiento.

También la artritis y la periartritis postraumáticas que produzcan limitación de mas del 15% de la movilidad articular suponen causa para ser declarado “no apto”, en el caso de los pilotos de caza, si supera el 10%; lo mismo ocurre con las rigideces y anquilosis que produzcan una limitación de la movilidad articular superior al 15%.

La hipertensión arterial que produzca repercusión orgánica, se asocie a otros factores de riesgo o no se normalice con tratamiento dietético y/o farmacológico adecuado es otra causa de exclusión.

El rey, a los mandos de helicópteros

A Felipe VI se le ha visto en más de una ocasión pilotar helicópteros. Ya siendo rey, en 2015, acudió a presenciar un ejercicio de la Brigada de Sanidad del Ejército de Tierra, en Zaragoza. A la vuelta, se puso a los mandos del helicóptero Superpuma en el que viajaba con su equipo, y lo pilotó hasta el helipuerto del Complejo de La Zarzuela.

El Ejército del Aire vacía el helicóptero del rey para trasladar el ataúd de Franco

En 2017 visitó en la base aérea de Gando (Gran Canaria) el Grupo 82 de Fuerzas Aéreas, integrado en el Ala 46 del Ejército del Aire. Allí se embarcó -no como pasajero, sino en la cabina de pilotos- en un helicóptero para visitar el Escuadrón de Vigilancia Aérea nº 21, en el Acuartelamiento Aéreo “Pozo de las Nieves”.

Siendo príncipe de Asturias, en 2008, visitó la base de Almagro (Ciudad Real) donde se ubica el Batallón de Helicópteros de Ataque I (BHELA I) de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET). En esa visita hizo de copiloto en un vuelo con un helicóptero Tigre.

Y también ha pilotado helicópteros de la Armada. Por ejemplo, lo hizo en la base naval de Rota: embarcó en un helicóptero SH-60 para desplazarse hasta la fragata ‘Navarra’.

El padre del rey, Juan Carlos I, también es piloto de helicópteros e igualmente, hasta una edad avanzada, pilotó este tipo de aeronaves en visitas a bases militares.