Poesía al 11-M
Eran las siete en punto la mañana
en todos los relojes, las siete en punto.
Las bombas activadas a las siete en punto la mañana.
Los cuerpos destrozados a las siete en punto.
Sólo había llanto y sangre a las siete en punto la mañana.
España lloraba a las siete en punto.
Los trenes explotaron a las siete en punto la mañana.
Sangre y solo sangre a las siete en punto.
Y doscientos muertos se contaron
pasadas ya las siete de esa mañana
mientras los forenses lloraban, los diarios
escribían las lagrimas de España.
Hombres y mujeres, crespones negros compraban
las televisiones exhibían la carnicería canalla
Y el mundo por ellos guardaba
un minuto de silencio esa mañana.
Mientras las familias a sus muertos buscaban
y entre crespones negros, llantos y lagrimas
los asesinos festejaban la matanza esa mañana.
Qué daño hicieron esos hombres
que solo a trabajar se dedicaban
y no supieron porque a ellos los mataban.
Lo único que hicieron fue coger el tren esa mañana.
Psicólogos de toda España, cuenten al mundo
la tragedia y la ignominia que ocurrió esa mañana.
Era 11 de marzo, y no puede olvidar España
a esos hombres y mujeres que en tren iban esa mañana.
Un minuto de silencio pido yo a España
por toda la gente anónima que murió esa mañana.