¿Sólo Soraya?

Resulta molesto el acuerdo tácito entre el pueblo y los periodistas de ensañarse sin misericordia con los personajes públicos. El último resbalón perpetrado por Soraya S. de Santamaría, ha provocado una corte de fieles indignados: su foto-pose exhibía más de lo que marcan las pautas políticamente correctas. Pero desde hace demasiado, la mujer está convencida de que si su apariencia no es suficientemente atractiva, (y a veces lasciva), su caché social se desprestigia.

Notoria es la manifestación femenina veraniega de espaldas, hombros, muslos, ombligos y hasta bragas y sostenes, que despiertan la carnalidad en el sexo opuesto y violentan el mero deambular por las ciudades, encender la pantalla u ojear una revista. Ya es imposible distinguir a una mujer que hace la calle con una mujer cualquiera que camina por la calle. ¡Pobre Soraya!

 

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