El barro que nunca pisó el presidente

Marzo de 2015. El Sr. Sánchez, en recordada intervención con ocasión de los daños por la crecida del Ebro dijo y repitió con el énfasis que, a su entender, requería tan caótica situación:

¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy "PISE EL BARRO"...? ¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy salga de la Moncloa y visite la ribera?

Ya apuntaba maneras quien entonces era solo el Sr. Sánchez, preguntándome todavía hoy las razones del silencio de las feministas para permanecer calladas ante manifestaciones que asimilan "el coño" como elemento descriptivo de calamidad como fue el desbordamiento de un río que, en opinión del "Sr. Sánchez", no tuvo en Rajoy la atención presencial que el asunto requería.

COÑO, alusión alegórica a la manzana del árbol del conocimiento que Eva, en mi opinión con evidente intencionalidad libidinosa que ofreció a Adán "para que la mordiera", hecho que consumado convirtió parte del cuerpo de la mujer en nefando pecado, utilizado en ocasiones para enardecer a las masas.

Es cierto que se salva de tan mezquina utilización la Vicealcaldesa de Valencia, Dña. Sandra Gómez quien, en su afán de realzar la importancia del coño, nos deleitó la pasada Navidad con la delicada perla “hasta Dios salió de un COÑO”, como si para Dña. Sandra la parte externa del órgano genital de la mujer tuviera rango superior a su cerebro.

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¡Delicadas boquitas de piñón!, especialmente del hoy "Dr. Sánchez presidente del Gobierno" que enfatizaba entonces con registros sonoros dignos de mejor causa, que su antecesor no "PISARA EL BARRO" en una riada.

Pero son los terribles efectos de la peste del Covid-19, "con posibles responsabilidades de todo tipo fundamentalmente en sus inicios" y ahora aparentemente olvidadas, que evidencian que hoy, subido el Dr. Sánchez en la atalaya de la Moncloa, tampoco pisa un barro que se limpia fácilmente y que le ha llevado a percibir, como efecto taumatúrgico que emana del poder, que existen otros y más refinados argumentos como fue referirse al coño, ello gracias a una especial transubstanciación capaz de convertir un duro chusco de pan en carne de un dios terrenal solo comprendido por semidioses.

Semidioses reencarnados en los señores Redondo, Illa e Iglesias que, al igual que su "dios jefe", solo pisan el barro inexistente de las alfombras, pero no el barro de veredas que conducen a las casas de muerte en que derivaron unas residencias que jamás visitaron e incapaces de percibir el olor de tantos "ANCIANOS MUERTOS Y HACIANADOS QUE LO DIERON TODO Y POR TODOS EN VIDA", incluso por ellos.

Dioses de bisutería, ahítos de poder y ayunos de la autoridad solo presente en el semillero de la sabiduría, con la inútil aportación, en el caso del Dr. Sánchez, de soluciones de propaganda e insufribles sermones al más genuino estilo chavista que cualquiera diría le ha comprado al importador oficial el Sr. Iglesias, discursos que evidenciaban lo que solamente sabe hacer, "MENTIR", en inútil intento de disipar el hedor de tanta miseria.

Dioses de pacotilla que, en estos momentos de tribulación y desolación, parece quisieran vendernos una sucia, vomitiva versión de la máxima "Dios escribe derecho con líneas torcidas", dioses terrenales que han sido impuestos a parte de una masa de población previamente alienada en un intento vergonzante y baldío de convertir el infortunio en aventura, la enfermedad en salud, la desesperación por esperanza y el descrédito de cierta clase política en fe incondicional en una casta infame.