Las conchas de la victoria

Todos hemos podido visionar el espectáculo del 4 de marzo de una apisonadora "destruyendo" las armas que según los organizadores del acto utilizó ETA para perpetrar sus asesinatos.

Confieso carecer del lenguaje que me permita describir sin prejuicios tal acto, ello por la desproporción entre la causa y la escenificación grotesca que lleva al vomito y el desprecio por quienes lo organizaron y protagonizaron.

Ciertamente se evidenciaba la soledad de algunos asistentes, creo abochornados por una escenificación patética que constituye una grave ofensa a quienes perdieron sus vidas y a sus familiares, realizada con propósitos políticos o peor aún personales de quien la presidía y en la que se echó en falta a sus actuales aliados de Bildu, hoy herederos legítimos o representantes de los matarifes.

Confieso que para ocasiones especiales utilizo para expresarme "esquinas" que acotan los extremos de mi lenguaje como asco, indignación, extravagancia, inmoralidad, miseria, infamia que me conducen a esta casta política donde lo peor es la carencia de pudor y del sentido del ridículo.

El acto y la persona que lo lideraba me lleva a uno de los personajes más estudiados y denostados de la Historia y del que posiblemente más tinta en su descripción se ha empleado, "CALÍGULA", cuya descripción, "sigo hablando de Calígula" evoca su fallida campaña en Britania cuya crónica cito literalmente:

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

< Calígula navegó un poco hacia el mar en un trirreme antes de regresar a la costa después de su campaña desastrosa en Britania, subió a una plataforma y ordenó tocar las trompetas de batalla a sus hombres para que recogieran "CONCHAS MARINAS" que poder mostrar de regreso a Roma como botín de guerra en un DESFILE DE LA VICTORIA" >

Pero aún más interesante me resulta esta otra:

< En los poco menos de cuatro años que Calígula gobernó Roma, su único interés parece haber sido probar los límites de su poder y hasta dónde podía llegar la abyecta sumisión del Senado que, con el esbozado por los historiadores modernos habla de que la supuesta locura del emperador obedecía, más bien, a tratar de demostrar la impostura de todas las instituciones que lo rodeaban.

Crónicas históricas que no pueden ser más precisas y descriptivas de un personaje del que numerosos psiquiatras han intentado describir sus posibles patologías con documentos de la época y me llevan a Pedro Sánchez que la historia, al igual que a Calígula, tratará con una crudeza que, en el fondo, es muy posible él desea.

¿Y la pregunta a hacerse sería?: Carece Sánchez del sentido del pudor que a las "personas normales" en determinadas situaciones nos hace sentir rubor, vergüenza, enrojecimiento de la piel y bajada de la mirada?

En definitiva y cómo es posible fuera el caso del emperador Calígula, la segunda pregunta a hacerse es:

¿Estamos ante un individuo que se puede describir como normal utilizando parámetros estadísticamente establecidos, o estamos ante un narciso psicópata por el que un personaje tan inteligente y experimentado político como Pérez Rubalcaba sentía un desprecio absoluto?