El “efecto multiplicador”

Buenos días estimados lectores de ECD:  Mi reflexión de hoy es que creo que estamos en muy malas manos, y no me refiero a lo evidente y en quién todos estáis pensando, sino a “Uropa”, en la que tantas esperanzas se han puesto. Algunos, incluso para que nos asee la casa.

Que el libre comercio y la supresión de fronteras arancelarias es bueno para la economía, ya lo sabían los griegos, de modo que los beneficios del mercado único no se discuten. Pero como el diablo está en los detalles, creo que la casta política que nos dirige desde Bruselas, no da la talla ni de lejos, y viene esto a cuento de la noticia que acabo de leer en la “newsletter” de “El Español” de hoy:
 

La UE avala los PERTE para reflotar a España
 

Bruselas comunica al Gobierno su plácet al diseño y al concepto de los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), la herramienta clave del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Ejecutivo para inyectar los fondos europeos, desbloqueando la burocracia y facilitando la colaboración público-privada, en los sectores con mayor potencial de crecimiento y de "efecto multiplicador".

Para los no versados en la matata económica, decir que detrás de esas “inyecciones” de pasta gansa, y esa frase rimbombante de la recuperación, transformación, resiliencia y efecto multiplicador, se esconde algo tan viejo como las ganas de comer y la única receta que sabe aplicar la progresía. Se llama keinesianismo, en honor de un afamado economista, que era a dicha ciencia (bueno, en realidad, es un género literario, pero lo dejaremos así) lo que Karl Marx a la política.

Este buen señor descubrió que cuando una sociedad está en crisis económica, el Estado debe inyectar dinero para hacer obras, preferentemente obras públicas, y que esto tiene el efecto de reactivar la economía (crear riqueza), porque esas obras crean puestos de trabajo; esos empleados cobran; se gastan su dinero, que da trabajo a otros, y así sucesivamente. De modo que se reactiva la economía. De ahí el “efecto multiplicador”.

Lo que no explicaba bien el Sr. Keynes es de dónde sale esa pasta gansa. En especial si la sociedad esta en crisis, porque o bien se saca de la vena de los famélicos a los que se supone van a beneficiar, o se pide prestado. Pero esa es una cuestión que a Keynes y a la progresía le importa poco, que lo importante es gastar. Aunque en nuestro caso no debe preocuparnos, porque es un regalo “gratis et amore” de Uropa. Aunque barrunto que como el dinero no sale de la nada, alguien terminará pagando.

La esencia de la receta es que se contrata a un trabajador que haga un hoyo en el suelo y a otro que lo tape, lo que aplicado a una escala conveniente, significa la recuperación del país. Si no ha entendido cómo se puede realizar una transfusión de sangre del mismo enfermo, no se preocupe, ni yo, ni mi abuelo tampoco. Él decía que salvo encontrar agua, oro, o petroleo en tras la apertura del hoyo, lo más probable es que al final estés más pobre que al principio, por las deudas contraídas para pagar la faena, y con la tierra removida.

Están por ver los resultados del grandioso plan presentado por nuestro amado presidente,  y la eficacia de su efecto multiplicador, resiliente y desbloqueante de la burocracia (que por lo visto está bloqueada por falta de dinero -de funcionarios, supongo-). Pero como no hay nada nuevo bajo el Sol, tenemos antecedentes locales y bastante próximos, sobre los resultados de tan luminosa idea. En concreto, el “Plan E” de Zapatero y sus famosos carteles -que seguro recuerdan los no tan viejos del lugar-. Además de en más deuda, aquello quedó en lo que mi abuelo llamaba, “pan para hoy y hambre para mañana”.

No estoy seguro de quién tenía razón, si el Sr. Keynes o mi abuelo (aunque tengo mis sospechas, que prefiero no desvelar para no desilusionar al personal). El tiempo lo dirá.

 

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