El amor duele

Colegio Montealto, en Madrid (Foto: Ricardo Rubio / Europa Press).
Colegio Montealto, en Madrid (Foto: Ricardo Rubio / Europa Press).

No hace ni una semana de aquel fatídico día en el que a todos se nos quebró un poquito el alma. Un error fatal, un cúmulo de casualidades, al fin y al cabo, un sinsentido, acababa con la corta y frágil vida de una pequeña de cinco años, casi seis, ante la mirada de decenas de compañeras, de sus padres y de la persona que, desgraciada e involuntariamente, puso en marcha aquel vehículo. 

Durante estos días, ha llegado a oído de todos ese abrazo. ¡GRACIAS! No debemos ni podemos dejar pasar por alto ese gesto de una madre a otra madre en el peor momento de sus vidas. No encuentro las palabras para poder enmarcar todo lo que significa ese acto, esa acción voluntaria, ese derroche de generosidad…sólo me viene a la cabeza una reflexión: el amor duele. 

En contra de lo que actualmente se vende como amor, ese sentimentalismo exacerbado en el que el protagonista soy yo, lo que recibo, lo que me das, lo que me haces sentir y lo que siento en cada momento, nos topamos de bruces con este gesto heroico. 

El amor es un acto voluntario, se ejerce. Sus manifestaciones algunas veces son tangibles, otras no, pero de un modo o de otro, es necesario que haya un sujeto que decida llevar a cabo ese acto. La cuestión es que hay momentos en los que ese acto voluntario parte desde una situación cuyas circunstancias invitan a manifestarse de ese modo amable, política y socialmente correcto; y hay otros momentos en que las circunstancias son muy distintas, y es entonces cuando realmente mostramos, desde nuestra coherencia y firmeza, un amor real, maduro y que, como poéticamente estamos hartos de escuchar, arrasa con todo. 

Son miles las situaciones diarias en las cuales podemos elegir ejercer el amor o no. Con nuestra pareja, con nuestros compañeros de trabajo, e incluso con esa persona con la que nos cruzamos y decidimos, voluntaria y libremente, ayudarle. Amarle. Y, como todos experimentamos en esta sociedad en la que, si dejas de correr un momento, te quedas atrás, de esas miles de situaciones, son muy pocas en las que decidimos mirar al otro, ponernos en su lugar, dejar de pensar en nuestro interés y perdemos la ocasiones de decir con pequeños actos un te quiero, un me importas. 

Indudablemente, el receptor de estas acciones sale beneficiado de esos gestos desinteresados. Pero si lo pensamos bien y detenidamente, los que realmente ganamos con estas acciones voluntarias y libres somos los que las ejercemos. Porque uno es feliz cuando ama. No cuando es amado. Cuando ama. 

¡Cuántos matrimonios, amistades, relaciones familiares e interpersonales se han ido al garete por dejar de pensar en el otro y empezar a mirarse a uno mismo! Párate y actúa. ¡Ama tú! Puede que tu acto no tenga reciprocidad, evidentemente, porque el receptor es de igual manera libre como tú de ejercer o no un acto voluntario y libre de amor. Pero sin duda, tú serás libre, porque una de las propiedades del amor es que nos libera de la peor cárcel que existe, nosotros mismos. 

Hace unos años me explicaron la etimología de la palabra perdonar, que se deriva de la palabra donar. El prefijo per- modifica su significado, lo amplifica, ya que per- significa por completo. Cuando perdonamos, cuando nos perdonan, se lleva a cabo la mayor manifestación de amor posible, porque vencemos nuestros propios intereses para recibir al otro. Le amamos por completo. 

“El amor humano es finito”, nos han redactado estos padres rotos en una preciosa carta. Esos límites los elegimos nosotros, los ponemos nosotros con nuestros actos libres. Como tú, María, elegiste abrazar a esa otra madre también rota, descompuesta, vulnerable. Gracias por enseñarnos a mirar con esos ojos a los demás. Gracias por haber elegido ejercer un acto tan incomprensiblemente libre, generoso y heroico. Porque no me atrevo a pensar que te salió de manera natural.  Un acto así es fruto de una virtud ejercitada diariamente, a través de tu generosa lucha en lo común, en lo ordinario. Decidiste tú hacerlo. Gracias por hacernos ver que el amor nos hace libres, nos beneficia a todos, nos engrandece a todos. Aunque en la mayoría de sus manifestaciones, el amor duela.

 

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