Por una España verde, pero de verdad

La gente privilegiada que vivimos los idílicos paisajes de trigo, cebada, girasol, centeno y otros cereales, por los caminos de España, ahora nos sentimos nostálgicos y apesadumbrados.

Campo.
Campo.

La guerra en Ucrania y sus efectos colaterales, siendo nuestro principal proveedor de grano, nos obliga a racionar y poner en riesgo el abastecimiento de productos de primera necesidad. Solo con dos, pan y aceite, ya nos conformamos. No en balde estos productos sacaron algunas generaciones adelante.

A casi nadie preocupaba demasiado las dependencias de la economía española a otros países hasta que conocemos que Ucrania es 'el granero de Europa'. Esto nos hace reflexionar, pero quizá algo tarde y con poco margen de tiempo para solucionar estas 'autosanciones' a corto o medio plazo. Estamos a expensas de terceros países para alimentos primarios, como el aceite o el pan, además de otros de igual necesidad alimenticia.

España cuenta actualmente con 23 millones de hectáreas de cultivo útil dedicado al sector agrario, que supone casi la mitad de la superficie total del país. Sin embargo, no se produce lo suficiente para atender la demanda de sus 47 millones de habitantes. La despoblación rural ha provocado un impresionante éxodo a la gran ciudad de manos de obras, debido al olvido de gobiernos que esperan que 'le saquen las castañas del fuego' sin mover candelas', y el campo está dejado y arruinado.

Es un claro ejemplo de la majestuosa subestima de los recursos naturales de nuestro país desde las instituciones a las políticas progres que van a rebufo de Bruselas. Sin duda, de ello se desprenden esas ayudas de recuperación de crisis europeas, pero a cambio renunciamos a la competitividad de producción española y a cubrir nuestras propias necesidades.

Se trata de un efecto bumerán, que limita y expolia la riqueza de una sociedad que podría ser autosuficiente. No se defienden nuestros envidiables medios naturales. Esto desemboca en la gran catástrofe que deja desértico el territorio español y nos obliga a la imperiosa necesidad de vivir subordinados a los avatares de otras naciones, o sujetos a decretos de la Comisión Liberal Europea.

Es probable que existan demasiados intereses, seguramente en favor de estos dirigentes. Los lobby's europeos son beneficiados y hacen renegar del cultivo y producción propia, y así obligarnos a recurrir a la importación. España sacrifica y merma capacidades de sectores determinantes como agricultura, pesca y ganadería, e incluso a la industria, en favor de otros intereses de credos partidarios y partidistas fanáticos para depender de políticas europeístas, africanas, rusas o chinas.

Está bien, España no produce gas ni petróleo, tampoco minas de uranio, pero que importe aceite de oliva y materia prima de girasol es un raro complejo insultante a nuestros bondades. Nadie nos discute la excepcional climatología y la amplia tecnología de expertos capaces de hacer productivas nuestras tierras, además de estar dispuestos para recuperar vitales actividades, también otros productos revitalizadores de la sufrida economía española.

Es una auténtica hipocresía y una paradoja, que se convierte en volver a su punto de partida, contradictoria y en detrimento del progreso real, de nuestra economía, laboral y abastecimientos. Mientras tanto, millones de hectáreas del territorio español inservibles, criando mala hierba y en absoluto desprecio, siendo única reacción irónica de la clase política declarar 'parajes de la humanidad', o terrenos protegidos estatales, pero abandonados y sin producción alguna.


Esta dependencia, evitable, minimiza la riqueza del país, nos empobrece al ser importador de productos del campo, del mar o de la ganadería, mientras nos quejamos de la 'España vaciada', los devastadores incendios, el desempleo o la calidad de los alimentos.

Por otra parte, el gobierno social-comunista - y otros antes- se afana en hacernos comulgar con rueda de molino, y nos meten con calzador la Agenda radical 20-30 con sus ideas de medio ambiente y políticas desenfrenadas feministas. Ahora se le acaba de inyectar al Ministerio de Irene Montero otros 20'3 millones de euros para sus chiringuitos y la negación de ayuda real a las mujeres.

Una ministra de Igual-da, que junto con su homóloga podemita de Asuntos Sociales y Agenda 20-30, Ione Belarra, nada y guarda la ropa con vistas exclusivamente a sus acólitos, aún sin dimitir por sus enfrentamientos y discordancias con 'el partido de la guerra' de Pedro Sánchez. Como ha dicho el portavoz del PP en el Congreso; 'Se puede estar con el gobierno o contra el gobierno, pero nunca las dos a la vez desde el gobierno'.

Más nos valdría invertir en promocionar nuestros valores intrínsecos, proteger y valorar el trabajo de estos sectores, agricultura, pesca y ganadería, apostar por su modernización y no olvidar la pequeña y mediana empresa, emprendedores y trabajadores, que merecen recompensas económicas justas a sus esfuerzos.

Habrá que decirle alto y claro al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, que nada mejor para la naturaleza y planes verdes ecológicos que ver nuestros campos arados y sembrados de trigales, sobre el rastrojo piaras de vacas, cabras y ovejas, y una gran flota de barcos en busca de la faena diaria. Es deber de todos reciclar, pero jamás arruinar nuestros recursos naturales. Por un país más verde, pero una España verde de verdad. Más productivo y mejor distribuido, que permita luchar al ciudadano por el pan nuestro de cada día. ¡Qué menos! 

 

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