Una pregunta retórica

Bandera española.
Bandera de España.

El diccionario de la Real Academia define pregunta retórica como aquella que se hace no para manifestar duda o pedir respuesta, sino para expresar indirectamente una afirmación o dar más vigor y eficacia a lo que se dice.

Desde la madrugada del pasado 24 de febrero los hombres y mujeres de todo el mundo estamos siendo espectadores de la invasión de Ucrania por los militares rusos. Los últimos partes de guerra informan que el presidente Putin ha ordenado activar la alerta de la fuerza nuclear rusa. Los refugiados ucranianos se elevan ya a medio millón. En el terreno los rusos vuelven a estar a punto de tomar Jarkov mientras Kiev se encuentra rodeada. Ucrania oculta sus bajas mientras afirma que las rusas rondan las cinco mil.

Podría ser para nosotros una catástrofe televisada más, como lo fue el 11-S, el tsunami de Japón en 2011 o la evacuación de civiles en Kabul de verano de 2021. Sin embargo, esta catástrofe tiene algo especial, y no solo por la amenaza que representa para toda Europa la estrategia bélica del gobierno ruso de Putin. La especificidad de esta ocasión la ofrecen los ucranianos, hombres y mujeres de rasgos eslavos que en perfecto castellano aparecen estos días en nuestros televisores contándonos sus vivencias. Así, durante este fin de semana, e incluso hoy mismo, hemos visto y oído a familias que explicaban con asombrosa entereza que están huyendo de la guerra, dejando a familiares detrás sin poder hacer nada por ellos. Adolescentes que hablaban de cómo se refugian frente a los bombardeos mientras sus padres se están pertrechando para ir al frente, que se encuentra a pocos kilómetros de distancia de sus hogares, y al tiempo que sus madres se ofrecen para ir a los hospitales a cuidar heridos. Parejas de jóvenes que afirman que no les es posible participar en la defensa de su patria porque las milicias no aceptan, por el momento, más voluntarios. Adultos que viviendo en España, Francia o Alemania afirman que regresan a su tierra para defenderla de la invasión.

Es muy difícil que ante esta situación, y con estos testimonios, la imaginación no vuele hacia hechos leídos, y por fortuna no vividos, en los que te hacen comparar a Jarkov con Sagunto ante Roma, a Kiev con Zaragoza ante Napoleón, o a la guarnición de la Isla de las Serpientes con los Héroes de Baler.

Con el firme deseo de superar la edad militar sin haber tenido que empuñar un arma, en estos días me ronda una pregunta retórica: Para el caso de que, en lugar de Ucrania se tratara de España:

¿Estaría yo a la altura en una situación similar?

¿Estaríamos nosotros a la altura?

 

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