La rebelión de Belorado

El oscuro episodio de esas clarisas suscita algunas consideraciones.

Primera: Nada nuevo hay bajo el sol.

Desde la noche de los tiempos, la tentación más sibilina y peligrosa nos espera en cada recodo del camino para insuflarnos autosuficiencia y soberbia. Un proceso muy difícil de revertir, porque nos vuelve opacos a la verdad, nos atrapa en el engaño, nos aleja de la realidad y nos encauza por un lecho de autocomplacencia. El peor augurio de una ruina personal cierta.

Segunda: Ni la persona más bondadosa puede sentirse a salvo de su acecho (I Cor.10).

Son las difíciles y peligrosas pruebas de la inteligencia y la voluntad, las dos potencias soberanas del alma; pero, es la obediencia a la que la sentencia divina asegura la victoria: "vir obediens loquetur victoriam"  (“El varón obediente cantará victoria”, Prov. XXI, 28). 

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La disciplina es el aprendizaje de la solidaridad” (Brunetière). En lo sobrenatural más, porque ninguno se salva o se condena solo

Tercera: Mejor es la obediencia que cualquier otro sacrificio.

Nos purifica, pues por ella dejamos de buscarnos a nosotros mismos.

La rebeldía y la desobediencia nacen de la soberbia. De la humildad nace la obediencia.

“La humildad es la verdad”, aseguraba Santa Teresa.

¿Conocen algún santo desobediente, aún a pesar de haber sido tratado injustamente

Cuarta: La soberbia no viene sola.

Trae compañera: una luz cegadora. Impide que nos percatemos a tiempo de las advertencias del peligro. Si no fuese así, en el caso que nos ocupa, ¿podrían desconocer que Dios bendijo largamente a Abraham por haber obedecido cuando le puso ante la terrible prueba?; ¿que la Virgen María, se declaró “la esclava del Señor”?; ¿que Jesucristo fue obediente hasta la muerte?; ¿olvidarse de que Cristo edificó su Iglesia sobre Pedro?; ¿despreciar su cimiento, el Papa, para elegir a “Barrabás”?

Quinta: No cabe la simulación en la Fe.

Se espantaba un no creyente de que una pariente suya, monja de clausura, se pasase la vida “adorando a un pedazo de pan”. Le resultaba inconcebible el poder infinito de un Dios hecho alimento en una “locura de amar”, ni comprendía la felicidad radiante de su familiar al contemplar el misterio, que no se cansaba de adorar.

Lo que sería verdaderamente increíble es que un pan, expuesto a la adoración de las clarisas por un falso obispo o cura “fake”, que no han recibido el poder del Espíritu para consagrar, produjese frutos de unidad y santidad.

Sexta: “Quien actúa contra o sin la Jerarquía, se atrofia”, como alertaba Pablo VI.

A la vista queda.

Séptima: Probablemente, los Medios anticristianos de izquierdas habrán olfateado tufo a “facho-esfera” en el obispo de pega, y optado por negar apoyo a su “eminencia”. Los anticristianos de derechas, también probablemente, preferirán exprimir el filón de la noticia, montar un culebrón o una serie, sirviendo a su único señor: el dinero.