Rodillos para la infamia

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Archivo - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza).
Cargar máis Archivo - El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza).

A lo largo de lo que muchos entendemos cómo "Reinado de Sánchez el Resistente", (no confundir con Sancho el Fuerte), hemos venido asistiendo a episodios, mejor llamar "sucesos" que, emulando a Franklin Roosevelt con motivo del ataque japonés a Pearl Harbor también podríamos llamar tiempos de convivencia con la "infamia", de situaciones que evidencian nuestra naturaleza olvidadiza o peor aún, nuestra capacidad de contemplación, adaptación y asimilación de actos inicuos que una persona "normal" entiende van en contra de su propia trascendencia moral, incluso racional.

No es propósito del presente la relación pormenorizada de acontecimientos que acreditan tan manifiesta capacidad de asimilación en nuestras "zonas oscuras" de hechos que, considerados dos o tres años atrás, nos hubieran parecido pesadillas consecuencia de una mala digestión o borrachera. Me centraré hoy en uno de estos actos que bien podríamos haber considerado entonces como intrascendente o inocente anécdota, en realidad un hecho grotesco de "propaganda" que hubiera alegrado el día al mismo Goebbels, ministro del ramo de la Alemania gobernada por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán que motivó el artículo publicado en marzo de 2021 "Las conchas de la victoria".

Y si, hablo de la exaltación de la nunca jamás alcanzada "victoria" contra los asesinos de la banda terrorista ETA, acto que tuvo lugar con la presencia imprescindible además de inevitable del presidente del gobierno, individuo de reconocida y natural modestia al que algunos consideran "vencedor natural" de dicha banda, una extraña forma de vencer al decir de Unamuno que no de convencer

A destacar también, conocida la sensibilidad de ETA para con sus víctimas, la ausencia en dicho acto de sus descendientes políticos de los matarifes, hoy elementos activos cómo socios preferentes y soporte imprescindible del gobierno actual presidido por el Dr. Sánchez. En mi opinión, una vergonzosa y teatral representación de destrucción" de restos de amortizada chatarra, acción vomitiva pasada ante nuestros ojos como si de armas intervenidas a los asesinos de ETA se tratara destruidas bajo los rodillos de una apisonadora cuyo macabro sonido, más parecía intento baldío de acallar los gritos de agonía de las criaturas asesinadas por las balas y bombas "de verdad" de los terroristas.

Acto insisto degradante e inicuo que, transcurridos los meses confirman la autoría del "taller de ideas" y mente tortuosa y miserable de quien todo indica fue su autor, hoy ministro conocido por su afición a desenterrar restos de fallecidos hace muchos años para volverlos a enterrar en lugar más seguro por "?miedo salgan por su pie de sus sepulcros¿" dada como se dicen su naturaleza y condición "franquista" y que hasta dónde llegan mis magros conocimientos, sólo sería atribuible al General Franco que no a J. Antonio Primo de Rivera, Queipo de Llano claramente republicano, al astur D. Pelayo o al inventor del autogiro, todo lo cual confirma el sectarismo e indigencia moral e intelectual de gentes a las que se supone mínimamente ilustradas.

El aplastamiento de chatarra por los rodillos de la apisonadora me remitió de nuevo al emperador "Calígula", de quién Suetonio relata que después de una más que extraña, fallida campaña en la conquista de Britania, ordenó a su guardia pretoriana recoger "conchas marinas" que poder mostrar también en "acto teatral" como botín de guerra a su regreso a Roma en un particular desfile de la victoria.

El final trágico, violento y ominoso de Calígula es de sobra conocido y en cierto sentido lógico debido a la crueldad fruto de una probable psicopatía, más teniendo en cuenta que en los poco menos de cuatro años transcurridos "desgobernando" Roma, lo hizo con el exclusivo y enfermizo interés de probar los límites de su poder con actos vergonzosos y absolutamente abominables aplaudidos en ocasiones, cuando no fomentados por miembros de un abyecto Senado, dicen las crónicas que por el terror a las acciones que su locura producía.

Entienda mi sufrido lector que con este tipo de relatos intento llevar un mensaje cual es el deber de los ciudadanos por estar en guardia activa ante hechos e individuos que los protagonizan y propician, cuestión que en los tiempos actuales podrían parecer imposible de acontecer. Pero nunca se sabe o peor, si se sabe pues asistimos a acontecimientos en el mundo que, conjuntamente con los individuos que los protagonizan debiéramos recordar todos los días. Hablo de sujetos contrapunto o antítesis de lo que desde tiempos pasados se entendían por "líderes" en los que brillaba con luz propia la “valentía, incluida la física, el don de la palabra o discurso y, sobre todo, la generosidad con el vencido".

 

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