Obama y el Libro Gordo del buen dictador

Soy de los que opina que el caso del espionaje planetario de Estados Unidos al resto del mundo es un escándalo de tomo y lomo. Sin embargo, veo que apenas se está valorando la gravedad de lo sucedido.

A este paso (ya lo verán) el asunto pasará sin pena ni gloria y terminaremos olvidándolo todo. Quedará como una simple anécdota. Aunque se trate de un atropello ignominioso de los derechos y libertades de Estados legítimamente constituidos y de ciudadanos respetables.

Me pregunto qué habría pasado si Estados Unidos (tan celoso de los derechos personales de los norteamericanos) hubiera sido sujeto pasivo de un abuso de este estilo, a manos de por ejemplo, un país como Rusia. Me temo que estaríamos ahora a las puertas de la Tercera Guerra Mundial.

Pero no. El premio Nobel de la Paz, Barack Obama, ha lanzado dos mensajes al mundo. Primero: que es mejor ser espiado que sufrir atentados. Parece un argumentario extraído del Libro Gordo del buen dictador: te quito la libertad de prensa para evitar los abusos; ajusticio sumariamente a los malos por el bien de la sociedad; administro y decido todo sobre tus bienes para que no desparrames... y así sucesivamente.

Y segundo: que él se enteró por la prensa del pinchazo telefónico a Ángela Merkel. Según un asesor de Obama, cuando vio la noticia en The Guardian y The Washington Post “ordenó suspender varios programas de monitoreo, incluyendo el de Merkel y otros líderes mundiales. También dio orden de que se cancelaran otros programas”.

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Pero este señor, ¿nos toma por estúpidos? ¿vamos a permitirle que se ría de nosotros de este modo?

En cualquier caso, da igual lo que usted piense. En Washington a nadie le importa mucho este debate. En esta cruzada, Obama cuenta con el apoyo de sus enemigos más acérrimos. Han cerrado filas por amor a la patria. No es la primera vez que para estos chicos el fin justifica los medios si se trata de defender al país de las barras y las estrellas. Les trae por una friolera lo que piensen de su ética y de su decencia.

Lo repito: el asunto es grave. Porque lo que subyace detrás de todo es que a los autoproclamados defensores de la libertad y los derechos humanos, con el flemático Obama a la cabeza, sólo les importa una cosa: la libertad y los derechos de SUS humanos. Al resto del mundo, que les den dos duros.

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