Periodismo acomodaticio, vergonzante y vendido

Estamos en agosto. Y eso significa molicie, levedad, distensión. Que no está el horno para bollos. Vale. Pero pongo deberes para septiembre: vamos a tener que someter a un serio debate los dos escándalos periodísticos que acaban de salir a flote en Cataluña y el País Vasco.

Hablo de lo peor que le puede pasar a un estamento: la pérdida de su honorabilidad. Todos hablan de la clase política o de los financieros pero creo que los periodistas también nos lo tenemos que hacer mirar.

En Cataluña ha saltado por los aires el ‘molt honorable president’ Jordi Pujol. Y con él, toda la prensa catalana que lleva años silente, mirando para otro lado, haciendo de tripas corazón y dejación de sus funciones.

La famosa mordida del 3% no es nueva. Y quienes disponían de los mejores instrumentos para desenmascarar a los golfos apandadores de la Generalitat no lo hicieron. Por dinero. Por sentido de país. O por lo que sea.

Las subvenciones públicas llevan años comprando el silencio de los medios catalanes, que se volvieron incluso beligerantes contra quienes, en algún momento, osaron salirse del carril.

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Es una vergüenza que no deberíamos olvidar.

Ahora acaba de saberse lo del País Vasco. El Juzgado de Instrucción número 3 de Vitoria ha admitido a trámite una denuncia presentada por UPyD contra el Gobierno vasco por presunto pago por informaciones “a medios afines”.

La denuncia habla de presuntos delitos de "malversación, fraude a las administraciones públicas y prevaricación” por informaciones publicadas por el Grupo Noticias, es decir, los periódicos Deia, Noticias de Álava, Noticias de Gipuzkoa y Noticias de Navarra, tradicionalmente cercanos al PNV.

De confirmarse las acusaciones, aquí tendríamos otro duro golpe a la credibilidad de las empresas de comunicación.

No corren buenos tiempos para la prensa, de eso no hay duda. Los medios son hoy más vulnerables que nunca. Los que han sobrevivido a ese tornado llamado crisis económica se encuentran ahora en situación de extrema debilidad. Las penurias y dificultades de estos años (caída de los ingresos publicitarios, revolución de Internet, despidos, EREs...) han convertido a las empresas informativas en entidades más frágiles a las presiones del poder político y/o empresarial.

Esto explica algunos sucesos recientes: cambio de tres directores de periódicos, despido de periodistas incómodos, consignas que impiden la contratación de otros, proliferación de ruedas de prensa sin preguntas... Y quizás, lo que ha pasado en Cataluña y el País Vasco.

Me resisto a pensar que lo nuestro no tiene remedio, que el único futuro que nos espera es un periodismo acomodaticio, vergonzante y vendido.

Más en twitter: @javierfumero