Quiero a Manuela Carmena para las cosas serias

La nueva alcaldesa de Madrid ha dejado claro que apuesta por una forma diferente de hacer política, más cercana a los ciudadanos. Ella entiende que los servidores públicos deben salir de sus torres de marfil y pisar más la calle. Los vecinos quieren sentirles cerca y que se les dé cuenta del trabajo encomendado. Esto me parece bien.

Sin embargo, Manuel Carmena ha traducido estos nuevos modos en una disposición –según ella, completa y absoluta- para recibir en su despacho a quien lo solicite si hay hueco en su agenda.

A principios del pasado mes de julio confirmó públicamente que nadie que hubiera pedido verla se había quedado sin entrevista, aunque el proceso tiene su protocolo.

Las personas que solicitan una audiencia privada con la alcaldesa deben rellenar un formulario en el Ayuntamiento de Madrid. Se debe especificar los temas que uno quiere tratar, si llevará algún tipo de documentos y añadir los datos personales: nombre, apellidos, DNI, dirección, teléfono y correo electrónico… Una vez realizada la solicitud, hay que esperar la llamada de su equipo para cerrar la cita.

Qué quieren que les diga: a mí esto no me parece muy bien.

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Es estupendo que los políticos se acerquen a los ciudadanos. Que no vivan en la inopia, de espaldas a quienes les otorgan el poder de llevar las riendas de la cosa pública, que den cuenta de su cometido con frecuencia.

Pero un mandatario, un líder político, debe estar en las cosas importantes. Debe centrarse en la tarea de dirigir y coordinar a su equipo de profesionales y en la gestión del enorme presupuesto que tiene a su cargo. Esto es lo que me preocupa de verdad. Lo demás, debería delegarlo.

Actuar de otra forma, no es pertinente. El buen rollo de quien ha sido investido para tareas de cierta entidad suena a demagogia y populismo.

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