José Apezarena

España también espía

Se ha armado una buena polémica, y con razón, a propósito de los espionajes de Estados Unidos a amigos y enemigos, incluida España entre los primeros. La cifra de 60 millones de conversaciones telefónica rastreadas por la NSA aquí en solo un mes resulta espeluznante.

Lo que pasa que la bronca por el espionaje parece bastante artificial. ¿Alguien albergaba dudas de que Washington mantenía activadas sus antenas en todas las direcciones? Por supuesto que los gobiernos de las respectivos países tenían constancia. El problema ha saltado cuando se han revelado las escuchas, lo que ha obligado a unos y otros, Merkel incluida, a reaccionar públicamente, para la galería. 

Que Estados Unidos espía a todas horas no resulta una novedad. Como tampoco lo es afirmar que también España espía.

Por ejemplo, España vigila de cerca lo que ocurre en Marruecos, un territorio en el que hay desplegados sobre el terreno unos cuantos agentes de inteligencia. Y, sobre todo, tenemos un satélite inspeccionando sin parar desde el cielo el territorio marroquí. No es un secreto. 

Pero vamos al espionaje telefónico. Parece que a algunos se les ha olvidado la existencia de la red SITEL, que se hizo más famosa cuando Rubalcaba era ministro del Interior. Un sistema avanzado de escuchas al que no se resiste ningún número, de fijo o de móvil. Y no hablemos de los mensajes por Internet.

Doy un paso más. Meses atrás, hablando con un acreditado miembro de los servicios secretos, le comenté la eficacia de la SITEL, sugiriéndole que ellos también la usaban. Me contestó que no utilizaban ese sistema 'oficial', al que, la verdad, no dio mucho valor. “Eso no es nada, en comparación con el nuestro”, concluyó. O sea...

 
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