En el Partido Popular habrá muertos y heridos (políticamente)

La actual dirección del PP, todavía dominada por María Dolores de Cospedal como número dos del partido, había lanzado un mensaje sobre la conveniencia de llegar al congreso extraordinario de julio con una candidatura unitaria. O sea, con un solo candidato a la presidencia.

Incluso se encargó desde Génova una encuesta telefónica a los militantes, preguntándoles cuáles eran sus planteamientos con vistas a la sucesión de Rajoy. Y, según se contó desde la cúpula, las respuestas iban también en la dirección de demandar un candidato de unidad.

Pues no va a ser así, sino todo lo contrario. A falta de dos o tres, hasta seis nombres han saltado al escenario anunciando su voluntad de concurrir a las primarias de las que saldrá el nombre del nuevo presidente popular. Y eso que Núñez Feijóo al final se ha achicado.

Y una conclusión obvia: no va resultar un proceso tranquilo ni pacífico. Más bien todo lo contrario. No solamente por la normal confrontación entre varios aspirantes, sino también porque detrás se esconden viejas enemistades, enfrentamientos personales e incluso odios sarracenos.

A ese respecto, resulta cuando menos llamativa la actuación de García Margallo, con una candidatura "a la contra". O más bien "contra": contra Soraya Sáenz de Santamaría. No es que se haya propuesto ganar, que eso lo tiene francamente difícil, sino que su objetivo es cerrar el paso, bloquear, a la ex vicepresidenta. Como puede apreciarse, un propósito francamente constructivo.

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Y la batalla ya ha comenzado. Con dos contendientes principales, Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, que, conociéndolas, van a pelear con uñas y dientes. Basta fijarse por un momento en sus dos primeras comparecencias, ayer, cuando anunciaron su candidatura.

Como tercero en discordia aparece Pablo Casado, que tal vez puede verse beneficiado precisamente de la polarización, la división profunda, que van a provocar en el PP las dos candidatas. Algo que podría propiciar una "tercera vía", en la persona del hoy vicesecretario de comunicación.

En el Partido Popular se asume que va a existir pelea. Y que, por tanto, al final ocurrirá algo que se deseaba evitar: que habrá vencedores y vencidos.

Alguien va a ganar esta carrera. La cuestión es a qué precio. Y alguien la va a perder. Sobre todo, de los tres nombres más destacados, los dos que resulten perdedores.

No faltan quienes sostienen que la experiencia hasta va a ser buena para el partido, demasiado habituado a acatar decisiones desde la cúpula, ayuno de debates internos y de intercambios de posiciones. Piensan que va a dinamizar a la organización, que la va a despertar y movilizar. Aunque sea a costa de los muertos y heridos que quedarán al final de la batalla.

De todas formas, hasta el congreso extraordinario queda un mes. No hay que descartar que se produzcan movimientos, acercamientos, pactos y retiradas. Y que se conformen, por acumulación o alianza, candidaturas conjuntas: que dos, tres, o incluso más candidatos, acuerden apostar por un único nombre.

Lo que no parece probable es que Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal vayan a firmar la paz. Es prácticamente seguro que entre ellas se derramará sangre (políticamente hablando, por supuesto) y que habrá al menos una víctima: la que resulte derrotada.

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