Veinticinco falsas respuestas sobre el chanchullo de Volkswagen
Estupefactos nos encontramos los impresentables y escasamente fiables europeos del Sur tras conocer la chapuza, chanchullo y fraude cometido por los impolutos y perfectos europeos del Norte, los alemanes, en el caso Volkswagen.
Porque nos han dolido los oídos durante años de tanto escuchar, a ellos y a otros países de ese entorno, aquello de que los del Sur de Europa, los mediterráneos, somos haraganes, mentirosos y tramposos, incluso corruptos. En fin, personas de las que nadie puede fiarse. Y ahora resulta que los alemanes nos han ganado por goleada.
Dicho lo cual, me parece ilustrativo el comentario publicado por Antonio Argandoña, profesor del IESE, en su blog “Economía, ética y RSE”. Dice así:
Gran escándalo: Volkswagen manipuló algunos de sus automóviles vendidos en Estados Unidos, para ocultar las verdaderas emisiones de óxido de nitrógeno. El caso se acaba aquí: eso está mal, y punto. Bueno, no se acaba aquí, porque puede tener muchas ramificaciones. Lo que a mí me interesa ahora es saber por qué se produjo esto. Porque, si no tenemos una respuesta adecuada a esta pregunta, no sabremos qué hay que hacer para evitar que se produzca. He aquí algunas de las respuestas posibles:
Es casi imposible observar todos estos preceptos. ¡hay tantos y cuestan tan caros!
Vídeo del día
Entra en escena el debate sobre
la semana laboral de 4 díasEs un asunto legal, y la ley se cumple si es posible, y no se cumple si se gana más de esta manera (siempre que no acabes en la cárcel o con una fuerte multa). Cumplir o no es optativo: es cumplir o pagar la multa (y perder casi un 19% del valor de la acción en bolsa en un día, pero eso forma parte del cálculo coste-beneficio).
Hay que reducir los costes. Y esta es una buena manera de hacerlo.
La competencia es muy intensa. El mercado es una jungla.
Las decisiones son complejas, hay tantas cosas que hay que mirar.
Lo hicimos una vez, porque no quedaba otro remedio, y luego seguimos haciéndolo.
Nos valoran por los resultados, no por decir la verdad.
Nos pagan por vender coches, no por contaminar menos.
Eso del medio ambiente son músicas celestiales. Lo que cuenta es la cuenta de resultados.
¡Nos habían salido unos coches tan buenos, que daba pena no aprovechar, aunque tuviesen algún fallo!
Sospecho que hay alguien que está deseando perjudicarnos en esto. No hay para tanto.
Yo ya vía que esto no estaba bien, pero… ¿quién se atreve a decirlo?
Lo dije a mi jefe, pero me dijo que me olvidase. Y, ya se sabe, el que se mueve no sale en la foto.
¿Cómo podía yo llevar la contraria a todo el departamento técnico, que ya conocía el problema?
¡Uf!, esto lo hacen todos; lo que pasa es que nos han descubierto a nosotros…
El problema es técnico, el fallo ha sido técnico, y no tiene nada que ver con la moral. Nosotros no somos la mafia, ni traficamos con niños.
Hicimos las cuentas, pero era demasiado caro arreglarlo.
Ya damos mucho dinero para obras de filantropía, hemos compensado el mal que pudimos haber hecho.
¡Oh!, viene de antiguo, ¿no? Yo pensé que ya lo habrían arreglado.
Claro que está mal, pero tenemos otras muchas cosas más urgentes a las que prestar atención.
Si el cliente se cree que, por ese precio, le vamos a dar un coche sin problemas, la culpa es suya.
Cada departamento juzga las cosas según sus objetivos, de modo que no es mi responsabilidad.
La tarea del regulador es controlar estas cosas, ¿no? ¿Por qué no lo ha hecho?
Claro que había que arreglarlo, pero, ¿y mi bonus?
Si hay un problema, la culpa es de los inversores, que nos aprietan cada día más.
Hay más, muchos más, argumentos. Insisto: no basta decir que eso está mal, hay que tratar de entender por qué alguien hizo algo mal –alguien, no: muchas personas, en muchos lugares distintos, durante mucho tiempo, y mirando hacia otro lado. Si no, no seremos capaces de arreglarlo. Lo que ahora harán es incrementar los controles y los costes, pero el problema no está ahí.
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