Pido un cara a cara entre Pablo Iglesias y Albert Rivera

Pablo Iglesias se ha dedicado estos días a demandar públicamente la celebración de un debate mano a mano con el presidente del Gobierno. Y hace bien, porque, si lo consiguiera (cosa, por otro lado, altamente improbable), se apuntaría un gran tanto y confirmaría su ansiado objetivo de verse reconocido como el líder del primer partido de la oposición.

A la espera de que ese guante sea o no aceptado por Mariano Rajoy, pienso que el líder de Podemos tiene muy al alcance de la mano un cara a cara, más a su nivel y más realizable sin duda: un enfrentamiento dialéctico con la otra estrella política emergente, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Me parece que lograría un enorme eco mediático.

Comprendo que para Iglesias tal encuentro puede resultar inconveniente, en la medida en que, si se celebrara, reconocería la existencia de una alternativa a Podemos, que es lo que es Ciudadanos en estos momentos. Hasta el punto de que están reaccionando contra ellos para evitar una fuga de votos.

Siento máxima curiosidad por presenciar un duelo semejante. Porque se desarrollaría entre dos aspirantes con circunstancias parecidas de edad (los dos son jóvenes), de empuje político y de situación de futuro: ambos son aspirantes a liderar una parte considerable de esta sociedad española desengañada y enfadada con los partidos tradicionales. Por si fuera poco, ubicados los dos en zonas de izquierda ideológica. Sería, dicho con todo respeto, una pelea de gallitos.

Uno y otro han acreditado una cabeza bien amueblada, un discurso ideológico armado y sólido, y los dos son cualificados polemistas. Cierto es que, como han reseñado algunos analistas, Pablo Iglesias se desempeña mejor en tertulias televisadas que en mítines, donde da con dificultad la talla de orador de masas, mientras que, por el contrario, Albert Rivera, buen discutidor igualmente en grupos cortos y ante la cámara, parece algo más entrenado y eficaz en mítines masivos.

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Pablo Iglesias, que ha retado a Rajoy, que se declara dispuesto a debatir con todo el mundo, debería tener el arranque de aceptar ese cara a cara con un rival de la talla y perfil de Albert Rivera, al que, desde luego, no podrá echar en cara un historia política vergonzosa ni reprocharle que pertenece a la casta.

Es más. Si los dos se muestran de acuerdo, y por si hiciera falta, me ofrezco a gestionar personalmente el dónde y el cómo celebrar ese debate. Quedo a la espera.