Pero ¿qué pinta Pedro Sánchez entrevistándose con Quim Torra?

Pedro Sánchez y Quim Torra

Imagino que en La Moncloa lo han pensado muy bien. Que han sopesado con todo cuidado el grave riesgo personal y político que asume Pedro Sánchez aceptando un cara a cara "bilateral" con Quim Torra.

Doy por seguro que los equipos de Presidencia conocen el enorme coste político que va a suponer para la persona de Sánchez, y que ese gesto puede provocar un efecto demoledor en la ciudadanía, que no lo entiende de ninguna manera, pero también entre los votantes socialistas y aún entre los afiliados del PSOE.

Los españoles de a pié no acaban de comprender cómo el presidente del Gobierno acude a Barcelona y, con ello, rinde pleitesía a un personaje que ha apoyado y aprueba el intento de ruptura de España, y que, encima, se encuentra inhabilitado por el Tribunal Supremo.

Imagino que Sánchez y los asesores han valorado el precio que va a pagar por ese gesto. Y deduzco que, a la vez, han sopesado qué ocurriría si no lo protagoniza: qué le costaría no visitar a Torra.

Porque, como es sabido, la entrevista es una de las condiciones incluidas en el pacto que firmó con Esquerra para conceder su abstención y así convertirle en presidente del Gobierno.

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Sánchez tiene el verdadero dogal al cuello, como se apreció con la rectificación urgente tras la visita de Rufián a La Moncloa. La vice Carmen Calvo había anunciado que se atrasaba la cita de Barcelona, y muy poco después se vio desmentida desde Moncloa.

Ciertamente, el equipo de Presidencia ha querido poner condiciones a cómo se montaba la cita, con el fin de maquillar en lo posible las imágenes de la rendición.

Pero la cuestión no es dónde se ubican la bandera de España y la cuatribarrada, ni tampoco si les colocan flores amarillas, o cuántos ministros integran la delegación estatal. El asunto está en el fondo: qué pinta el presidente del Gobierno de España, del Gobierno de todos nosotros, acudiendo de esta forma a Barcelona

Sin embargo, el problema más importante no es el riesgo cierto que corre la persona de Pedro Sánchez. El problema es el precedente político e institucional que va a establecer, que afecta al conjunto del país, a la unidad y cohesión de España en relación con las exigencias del separatismo catalán.

Pedro Sánchez va a sentar un precedente "histórico", que podrán esgrimir, ahora y en el futuro, los activistas de la independencia. Y que hasta se enseñará en las escuelas: la "demostración" de que sus reivindicaciones tienen fundamento, porque así lo ha "reconocido" un presidente del Gobierno de España.

De eso estamos hablando.

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