Que se les ponga la cara roja de vergüenza

Cuando se implantó en España el estado autonómico, uno de los argumentos que se esgrimió para explicar sus ventajas se refería al problema del dedicarse a gastar pero sin la obligación de recaudar.

Más o menos, se explicaba que los entes locales manejaban presupuestos de gastos, por sus distintos servicios, pero que el dinero para cubrirlos lo recibían sobre todo del Estado, que era el que se dedicaba a sacárselo a los ciudadanos. De esa forma, que el que disponía de los recursos no pasaba el apuro de tener que pedírselo a los administrados.

En efecto, parece claro que el hecho de tener que buscarse los cuartos, recaudando mediante impuestos propios, modera un tanto el dispendio y la alegría con los dineros ajenos.

Ahora, a propósito de la eliminación del céntimo sanitario, mediante el cual se ha cobrado a los ciudadanos nada menos que 13.000 millones, y de forma ilegal, algunos españoles se han enterado de que se trataba de un dinero para las comunidades autónomas.

Las autoridades regionales han intentado escabullirse, diciendo que ha sido una normativa dictada por el Gobierno, y tienen razón. Lo que ocultan es que no era ‘obligatorio’ imponer esa subida. De hecho, cuatro comunidades no lo hicieron.

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Así que los que, so capa de que era una decisión estatal, se apresuraron a pedir la tasa, el céntimo sanitario, tendrían que ponerse colorados por haberlo implantado a sus habitantes. Y mucho más aún los que no se contentaron con el céntimo, sino que lo ubicaron en los veinte, los treinta y los cuarenta céntimos.

En fin, que resulta conveniente que los ciudadanos se aclaren sobre quién les implantó esa sobrecarga, el céntimo, y, a continuación, se quedaron con el dinero que producía: todas las comunidades autónomas, y de todos los colores ideológicos, menos cuatro. Que se les ponga la cara roja de vergüenza.

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