José Apezarena

Lo que sí puede acabar con Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno y candidato a la reelección por el PSOE, Pedro Sánchez, y su mujer, Begoña Gómez (c).
Pedro Sánchez y su mujer, Begoña Gómez, en un acto de clausura de la campaña para las elecciones generales de mayo de 2023

Hoy por hoy, Pedro Sánchez tiene bien amarrada su continuidad en La Moncloa, a la que llegó por una moción de censura tramposa, justificada en combatir una corrupción que hoy corroe a su partido y al Gobierno, pero también a la propia familia puesto que ha alcanzado a su mujer y a su hermano.

Se ha mantenido en el poder por los pelos, tras un ajustadísimo resultado en las generales de 2023, pero va a resultar complicado, por no decir imposible a corto y medio plazo, quebrar esa mayoría, dado que, excluidos por supuesto Vox y PP, la totalidad de los partidos han cerrado y cerrarán filas. ¿Motivo? Para ellos, cualquier cambio sería a peor.

Las formaciones de la izquierda radical nunca darán su apoyo a un candidato de la derecha, pero menos aún lo harán nacionalistas y separatistas. Porque, ¿con quién van a  vivir mejor que con Pedro Sánchez, un dirigente que ha demostrado que, para mantenerse en el poder, está dispuesto a venderlo todo: principios, ideología, credibilidad y futuro de su partido, la palabra dada, las promesas electorales, el sistema legal del país, la igualdad económica entre españoles y autonomías, la credibilidad del Tribunal Constitucional...

Los partidos de la llamada mayoría gubernamental saben que se encuentran delante de un presidente que tiene precio. Y que pagará lo que sea necesario, incluida su alma, por conservar el sillón. Lo ha demostrado con creces.

Pienso también que a Sánchez no lo descabalgará la economía, a pesar de la carga impositiva que ha colocado, a pesar de las cifras de paro muy por encima del resto de Europa, a pesar del tenebroso desempleo juvenil, de los precios, del problema de la vivienda, y de que el nivel de vida en España se encuentra ya por debajo de la media europea.

No lo derribarán los casos de corrupción. Se ha comprobado con los ERE’s de Andalucía, los trapicheos de la Delcy venezolana, el escándalo del Tito Berni, el caso Ábalos, los negocietes de Begoña Gómez...

Tampoco lo descabalgarán el destrozo que sufre el transporte ferroviario, los incidentes en la cercanías y en el Metro de Madrid...

No los indultos, no la amnistía, y ni siquiera el concierto económico concedido a Cataluña.

Las reacciones en contra de ese pacto dentro del socialismo no irán muy lejos, con un García Page al que se le calienta la boca pero luego le mantiene el voto en las Cortes, y con una aislada rebelión en Aragón que se verá sofocada (aplastada) en el Congreso Federal de urgencia adelantado a noviembre.

 

La razón de que en el PSOE no se rompa el respaldo al líder es que no existe pegamento más eficiente que detentar el poder. Pedro Sánchez es el poder, ostenta el poder, y está archidemostrado que en las filas socialistas no existen mártires dispuestos a correr riesgos (quedarse sin escaño, sin sueldo) por defender los principios.

Pero lo que sí puede poner al presidente del Gobierno en aprietos, y muy serios, es el desafío migratorio. Un problema que no solamente no se está solucionando sino que va a peor a marchas agigantadas.

Aquí sí puede ocurrir que la respuesta de los ciudadanos, que se va cocinando poco a poco y se va generalizando, termine por echar a Sánchez de La Moncloa. Porque la paciencia se está acabando.

Los españoles han llegado a la conclusión de que el Gobierno “no quiere” resolver el problema. Lo muestra el hecho de que no toma medidas verdaderamente eficaces. Hay muchos que miran a Italia, por ejemplo.

Les escandaliza comprobar que buena parte de los cayucos que están llegando a Canarias y colapsando las islas son ‘transportados’ por barcos nodriza hasta cerca de la costa, sin que las autoridades hayan adoptado providencias para cortar ese tráfico diario.

La ciudadanía no entiende que se concedan a los recién llegados ayudas y subsidios que se niegan a amplios sectores de la población. Incluyendo también los viajes en avión y el escándalo de los alojamientos que se les proporciona, cuando resulta que faltan viviendas para los nacionales. Además del traslado a distintas poblaciones sin antes preguntar, pero incluso sin avisar. Lo mismo que el recurso a habilitar  para ellos residencias, cuarteles y balnearios.

Y, de forma muy destacada, cada día preocupan más las situaciones de inseguridad. Aumentan de forma imparable las denuncias de agresiones. Según las estadísticas, los inmigrantes son el 12% de la población, pero cometen la mitad de los delitos.

Se multiplican en redes sociales las noticias de violencias, acoso, agresión sexual... aparentemente protagonizadas por inmigrantes, antiguos o recién llegados. Basta echar un vistazo rápido a esos canales.

Se está, en fin, creando un clima que (esto sí) puede acabar con Pedro Sánchez.

editor@elconfidencialdigital.es

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