Selfie power: de la vanidad a la identidad

            Una paciente me decía "ahora que voy a cumplir 70 años, me he dado cuenta de que tengo que cuidar de mi". No le falta razón. Le animé a hacer selfies. Aunque parezca  el culmen de la cultura del yo-me-mi-conmigo o los coletazos de la pandemia del narcisismo, nos puede dar muchas ideas. Selfie viene de self, uno mismo, referido a la identidad y a la individualidad.

            Un autorretrato exige reflexión sobre uno mismo. Contempla a los pintores. Imagina que te haces varios selfies un mismo día. Al despertar aparecerás despeluzado y ojeroso, a la media hora limpito y repeinado, a mediodía con cara de interés, al salir del trabajo sonriente y con gesto cansado.

            Alguna vez te habrá asombrado tu propia voz grabada o cuando te ves grabado en video, ¿en serio hago ese gesto? Me encantaría diseñar una aplicación de selfies: "selfie power".  Sacaría 15 selfies por segundo. Captaría mis pensamientos, las voces interiores, las emociones, los sentimientos, la postura corporal y el lenguaje no verbal. Qué veo, cómo lo interpreto, para qué y para quién estoy así, de dónde vengo, en relación a qué y a quién poso.

            Los almacenaría y nos ayudaría a pensar "qué pienso", a sentir "qué siento", cómo he llegado a tener ese "careto", qué me hace cambiar de un estado del self a otro, cómo trato a los demás cuando estoy en ese modo de selfie, qué actitud noto de los demás hacia mí. Fotogramas y la película entera.

            Parece que los que se hacen selfies, más que por la vanidad, son movidos por el afán de buscar la propia identidad, y es genial. Como ves, este "pensar sobre mí", no tiene nada que ver con "pensar en mí" en plan narcisista, como el habitante vanidoso de uno de los planetas de El Principito: "¿Tú me admiras mucho, verdad? preguntó el vanidoso al principito. ¿Qué significa admirar? Admirar significa reconocer que yo soy el hombre más bello, el mejor vestido, el más rico y el más inteligente del planeta".

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

            El selfie enviado por instagram, más que admiración, parece pedir que confirmemos: "eres tú". En la app en vez de un botón de "Like" pondré un botón de "You are".

            El ser humano viene de fábrica con la posibilidad de hacer selfies: la capacidad de reflexión. Potenciamos la función reflexiva con la observación de uno mismo, el reconocimiento de cómo estoy, qué ha pasado antes y después, con quién me he relacionado y qué de él ha conectado con qué mío.

            Una amiga me contaba que la primera vez que estuvo en la Plaza del Vaticano comentó: "¡qué farolas tan bonitas!". Me lo decía como una señal de su dispersión. Sin embargo, me parece que puede ser un signo de individualidad. Me hace preguntarme: ¿qué parte de la Plaza del Vaticano conecta con qué parte de mi? No es indiferente que lo que afecte de forma más directa a mis sentidos sean las farolas.

            Lo mismo nos pasa en diversas situaciones y, sobre todo, en las relaciones con otras personas: ¿Qué parte de ti conecta con qué parte de mi? Tendrá que ver con mis relaciones y experiencias previas.

            Si reflexiono como una actividad habitual y constante, puedo dirigir mejor mis actuaciones. Puedo preguntarme "en qué selfie estoy" para elegir mejor cómo actuar y elaborar una respuesta, en vez de reaccionar como un autómata. Si aumento mi capacidad reflexiva estaré siguiendo al oráculo de Delfos y me conoceré a mí mismo.             Del "selfie estático" pasaré a sacarme distintas tomas: "Intraselfie", "Selfie estático", "Dinámico", "Panorámico"... y mucho más interesante: qué pasa entre un estado y otro, cuál es la dinámica, cómo ha sido la transición pre y post selfie.

            Con mayor capacidad reflexiva siempre te quedará la propiedad privada de tu yo más íntimo, de tu SELF-Intimo-Exclusivo.  Yes, you are.