Michel Barnier: frente a nacionalismo y a populismo, más experiencia y más Europa

carlos uriarte_byn
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Finalizados los Juegos Olímpicos de París, y con un gobierno en funciones, a solicitud el presidente Emmanuel Macron para no dar lugar a cambios ante un evento internacional tan importante; después de unas consultas iniciadas el pasado 30 de agosto, el 5 de septiembre, tras 41 días de bloqueo político, el presidente de la República francesa ha nombrado primer ministro a Michel Barnier y le ha encargado formar gobierno. 

Este nombramiento, que es sin duda garantía de estabilidad y de eficiencia en la gestión recae en un político de gran experiencia, que ya había sido ministro de exteriores y ministro de agricultura con Jacques Chirac. Un veterano político conservador gaullista de perfil europeísta de 73 años que, además de haber ocupado cargos de responsabilidad en anteriores gobiernos en Francia, lo ha hecho también en el seno de la Unión Europea, tanto como diputado al Parlamento Europeo como miembro del ejecutivo comunitario ocupando las carteras de política regional y reforma de las instituciones durante la Comisión Prodi y la de mercado interior y servicios bajo el liderazgo de Durao Barroso. Ha sido también el negociador jefe por parte de la Unión Europea ante el gobierno británico con relación al Brexit, es decir, el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea y su futura relación.

Michel Barnier, casado y padre de 3 hijos, militante del movimiento gaullista desde los 14 años, aúna la experiencia y la visión europeísta que tan importante necesita Francia en un momento crucial para la Unión Europea. Debemos de tener en cuenta que Francia es uno de los países fundadores de la UE, pero más importante todavía, es la segunda economía de la zona euro.

Es la persona que puede mantener, además, un discurso serio, alejado de soluciones populistas frente al reto de la inmigración ilegal. Ha expresado la importancia de detener inmediatamente las regulaciones, limitar rigurosamente la reagrupación familiar, reducir la cogida de estudiantes extranjeros y la ejecución sistemática de la doble pena”.

Barnier aboga por una moratoria de 3 a 5 años sobre la inmigración a la Unión Europea y de esta manera estudiar los problemas asociados a la inmigración en Francia. En este sentido, el que será nuevo primer ministro defiende para Francia una soberanía de carácter jurídico en esta materia tan sensible, una especie de “escudo constitucional”, con el objetivo de que las decisiones en materia de inmigración se vean amenazadas por sentencias emanadas del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (Luxemburgo) o del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Estrasburgo) o incluso por una interpretación por parte de la institución judicial francesa. Debemos observar cómo aborda este desafío estando realmente en el gobierno.

Lo que resulta claro es que Emmanuel Macron ha apostado por un primer ministro del centro derecha francés y europeo, frente a los extremos y a los discursos nacionalistas y populistas que podían representar los partidos Agrupación Nacional de Marie Le Pen y Jordan Bardella, y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon.

Frente al nacionalismo y al populismo, la solución en Francia ha sido estabilidad, experiencia, sentido común y europeísmo, lo que da un margen al país, y un respiro a la Unión Europea, para hacer las cosas y que los extremos poco a poco se desinflen.

Carlos Uriarte Sánchez, Secretario General de Paneuropa España y Vicepresidente de la Sociedad Europea Coudenhove-Kalergi

 
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