Catalanes y catalanes

Es un viejo truco de no pocos nacionalistas, que tiene cierto tinte de chantaje, afirmar que quienes critican su opción política ‘atacan’ a la totalidad de la población.

Lo diré con más claridad. Días atrás me calificaron en este blog (no es la primera vez, por supuesto) de ‘anticatalán’ por hablar del rescate solicitado por Cataluña y de las condiciones que tendrá que cumplir la Generalitat si desea acogerse al Fondo de Liquidez.

Pues ahora resulta que Bruselas exige como condición cláusulas del estilo de la supresión de las famosas ‘embajadas’, la poda de TV-3, reducir a la mitad las empresas públicas, etc., etc.

Que a mí no me convenza la opción nacionalista catalana no implica que sea ‘anticatalán’.

Pero es que no lo soy. No tengo nada en contra de los catalanes. Más aún, admiro, y hasta envidio, algunas de sus cualidades, personales, históricas, culturales, profesionales… Conozco muchos y buenos catalanes.

Vídeo del día

Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

Pero es que, además, en Cataluña hay catalanes y catalanes. Es decir, quienes apuestan por separarse de España, quienes no van por ahí pero sí reclaman mayores cotas de autogobierno, quienes se conforman con lo que ya tienen o con lo que estipula el actual Estado autonómico, quienes creen que bastaría con ser una simple región al estilo antiguo, e incluso quienes no desean diferenciarse en nada del resto de los españolas. Todo eso existe.

¿Sólo son catalanes los primeros? ¿Los segundos con anticatalanes?

Insisto: no soy anticatalán. Y no me restarán libertad de expresión el que me acusen de ello cada vez que opine sobre los asuntos de Cataluña.

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