¿Con la Iglesia hemos topado?

Rodríguez Zapatero tenía previsto aprobar la semana pasada, en el anterior Consejo de Ministros, el borrador de la Ley de Libertad Religiosa, así bautizada pero que, cuando esté negro sobre blanco, habrá que estudiar despacio para saber si responde a tan ambicioso y hasta pomposo rótulo, o es más bien una ley de imposición y de revanchas, fruto de los atavismos ideológicos e históricos que, por lo visto, anidan en el presidente del Gobierno.

Al final, el texto no fue aprobado aquel día. Hubo freno y marcha atrás, a pesar de que, desde los ámbitos de presidencia se había diseñado ya una auténtica operación de marketing, a desarrollar en las horas siguientes a la aprobación y en los medios amigos. Nadie ha explicado por ahora el motivo del atasco.

¿Por qué lo paró Zapatero? Quizá porque el horno no está para más bollos. Suficientes angustias tiene que sufrir, como se vio con el decreto de medidas económicas, salvado por un sólo voto, como para sacar a la plaza un morlaco del estilo de la cuestión religiosa. Aunque no faltan quienes apuntan que precisamente este tipo de conejos, exhibidos a tiempo, distraerían al personal de los graves problemas que sufren el país y el presidente. En fin, lo cierto y verdad es que tampoco en el consejo de ministros de ayer se dio luz verde a la ley.

Los obispos no se fían

Lo más chocante de todo es que, hasta el momento, no existe ningún borrador sobre la pretendida Ley de Libertad Religiosa. Y el secretismo y la reserva que la rodean es precisamente lo que más mosquea a no pocos obispos, que no se fían un pelo de Zapatero. No entienden por qué tamaña opacidad. ¿Qué se quiere ocultar?

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Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

Me cuentan que los mensajes que desde el Gobierno mandan a los obispos van en la línea de tranquilizarles, con frases como: “No existe motivo alguno para que se preocupen”, “No habrá problemas”, “Con la Ley, las cosas van a seguir prácticamente como hasta ahora”, “A ustedes apenas les va a afectar”.

Sin embargo, me cuentan también que los obispos se remueven inquietos. No les merece ninguna confianza el ver que, hasta este minuto, no les han facilitado ni un solo papel, ningún borrador o proyecto, y eso les escama. No descartan que, a pesar de las citadas promesas, haya, como otras veces, puñalada trapera de última hora.

De la Vega y Caamaño

La interlocutora con el mundo eclesiástico sigue siendo María Teresa Fernández de la Vega, quien, después de unos meses de aparcamiento porque se discutió su continuidad en La Moncloa, por lo visto ha recibido un nuevo respaldo de Zapatero. Todo indica que ella conduce el impulso de fondo, el enfoque, las líneas maestras.

¿Qué papel juega el ministro Caamaño? Es hombre que muestra formas suaves y tiene apariencia dialogante, pero no pocos se malician que, tras esa beatífica fachada, se oculta la realidad de una persona profundamente radical en las ideas, y con intención de imponerlas, que es lo peor.

No obstante aunque el texto de libertad religiosa corresponde trabajarlo a su ministerio, y allí se está cociendo, por ahora las instrucciones de fondo no van a ser lo que diga Caamaño, sino el aliento político que dé la vicepresidenta. Justicia va a limitarse, parece, a ser el órgano técnico que redacta los papeles.

Griñán se tira de los pelos

El asunto religioso, aunque de otra manera, ha estado muy vivo a lo largo de la semana, a cuenta del dichoso Reglamento de Honores Militares que ha firmado Carme Chacón, y que, entre otras consecuencias, afecta a la procesión del Corpus y los desfiles de la Semana Santa.

José María Barreda ha lidiado como ha podido el desgaste que le supone el hecho de que el Gobierno, el Gobierno de su partido, haya prohibido que se rindan honores militares al Santísimo Sacramento en la celebración del Corpus toledano. “¡Que pierdo las elecciones!”, fue la queja que formuló el todavía presidente castellano-manchego, en su conversación nocturna con la ministra de Defensa. Y algo semejante empieza a temerse el alcalde socialista de Toledo.

Dicen que quién más se tira de los pelos es José Antonio Griñán. Lo que le faltaba. A las angustias que ya padece para intentar ganar las próximas elecciones, se le suma el impacto que producirá en los andaluces el anuncio de que la ministra Chacón prohíbe la presencia de los legionarios en la procesión de su Cristo de Málaga. Entre otras cosas.

Asuntos todos estos altamente delicados y con directas repercusiones sobre la intención de voto. Así que, en realidad, con quien están chocando este Gobierno, su presidente y su ministra de Defensa, es, no con la Iglesia, sino con el pueblo. Y considero que eso son palabras mayores.

Reforma laboral de una vez

El viernes, Zapatero compareció, cual nuevo ‘Ecce homo’, ante el difícil tribunal de los más poderosos de la tierra, el famoso y secretísimo Club de Bilderberg, reunido en Sitges. Un humillante examen, en mi opinión, cuyo veredicto final aún no conocemos. Por eso, para presentarse con alguna baza, el Gobierno anunció previamente que habrá reforma electoral sí o sí, y que el plazo finaliza el 16 de junio. Entonces, a falta de acuerdo entre empresarios y sindicatos, se dictará por decreto.

De la Vega sostuvo, en la rueda de prensa del consejo de ministros, que no hay borrador. Algo parecido a lo que ocurre con la Ley de Libertad Religiosa. Pero, la verdad, no me puedo creer que, a estas alturas de la película, todavía se estén pensando qué van a hacer exactamente. Después de tantos meses escribiendo sobre el agua, a alguna conclusión habrán llegado, ¿no?

Aunque, como algunos dicen: reforma laboral, ya, aunque sea mala. A semejanza de lo que ocurrió con el decreto de recortes económicos: ‘tijeretazo’, ya, aunque no sea el que este país necesita realmente. Pero siempre es mejor hacer algo que quedarse pasmados.