Mariano Rajoy se la ha jugado

Que el presidente del Gobierno atraviesa la que es posiblemente su peor situación personal y política desde que llegó a La Moncloa, constituye una evidencia. El pleno del jueves resultó demoledor, como pocas veces hemos visto en los últimos años. Las caras que ofrecían, desde el banco azul, personajes como José Blanco, Rubalcaba, Chaves o De la Vega, eran la constatación más rotunda.

Así pues, José Luis Rodríguez Zapatero está viviendo horas muy críticas. Pero lo mismo podría decirse de su principal rival, Mariano Rajoy, porque es ahora cuando se juegan las últimas manos de la partida definitiva, la que se zanjará con la posible victoria electoral y su llegada a la presidencia del Gobierno.

El líder del PP se ha dado cuenta, está claro, de que tiene a su adversario poco menos que groggy, acogido a las cuerdas en una esquina del cuadrilátero y tapando como puede la lluvia de golpes que caen sobre él. Lo ve al borde del k.o., y por eso, busca la rendija que le permita aplicar el golpe definitivo que lo envíe a la lona.

Con CiU y con PNV

Rajoy ha decidido, y a ello se dedica, aplicar la siguiente estrategia: repetir, sin cansarse, venga o no a cuento, que “el problema de la economía de este país es José Luis Rodríguez Zapatero”. Y en esa misma dirección ha hablado con otros partidos, entre ellos los catalanes de CiU y los vascos del PNV, que, ellos también, se han sumado a la estrategia.

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Se comprobó en el pleno del jueves, con el terrorífico discurso de Durán i Lleida, diciendo al presidente que su tiempo ya “ha pasado”. Pero también se ha escuchado en las últimas horas al presidente del PNV, Íñigo Urkullu, manifestar, con estas mismas palabras, que “el problema es Zapatero”.

Otra cosa es que Convergencia no hubiera querido asestar ese golpe definitivo al presidente, y haya dado una prórroga al Ejecutivo optando por la abstención sobre el decreto de medidas económicas, en lugar de un ‘no’ que habría derribado el Gobierno y conducido a un adelanto electoral. No lo han querido hacer, pero sólo porque un anticipo de las generales pone en riesgo la pronosticada victoria de CiU en las autonómicas catalanas de este otoño. Sólo por eso.

Un ‘no’ con muchos riesgos

La decisión de votar ‘no’ al ‘tijeretazo’, adoptada personal y directamente por Rajoy, ha sido una opción con mucho peligro. En la que el líder del Partido Popular se la ha jugado. Y está por ver si pagará o no un grave precio por esa actitud, incluso el de quedarse fuera del Gobierno.

La necesidad de aplicar en España medidas quirúrgicas para tratar de salvar el país de la bancarrota era un clamor, fuera de nuestras fronteras (en Europa y en Norteamérica) y dentro del país. El problema estaba en determinar concretamente qué medidas, y en valorar si las que ha asumido el Gobierno de Zapatero son las más adecuadas. Sin embargo, para muchos, dada la gravedad de la situación, no era momento de matices ni de escrúpulos: había que actuar ya y aprobar lo que fuera, aunque se discrepara de las medidas concretas.

Mariano Rajoy ha ido recibiendo estos días mensajes apremiantes para que el PP optara por la abstención, en lugar del ‘no’, con el fin de no poner en riesgo la aprobación del paquete. Se ha publicado que le llamó el mismísimo Emilio Botín, convertido últimamente en consejero privilegiado de Rodríguez Zapatero y en emisario gubernamental. Ha habido también interferencias desde fuera, si bien no parece cierto que le haya telefoneado personalmente Angela Merkel como alguno ha dicho.

Frente a esas advertencias, el presidente del PP optó por apretar el botón del ‘no’. Dicen que porque ‘sabía’ que estaba asegurado el resultado final de 169 votos frente a 168. Puede ser. Pero está claro que ha corrido un grave riesgo. Resulta casi inimaginable (o demasiado imaginable) lo que habría ocurrido si hubiera triunfado su ‘no’.

¿Pagará un precio Mariano Rajoy por haber actuado así? ¿Se lo van a ‘perdonar’ los poderosos sectores que le presionaron, incluido el mundo del dinero representado por Botín? ¿Va a quedar dañada popularmente su imagen, bajo la acusación de irresponsabilidad y de tendencias suicidas, políticamente hablando? ¿Se le imputará haber puesto en peligro al país por jugar unas egoístas cartas que miran solamente a sentarse en el sillón de La Moncloa?

Las respuestas se conocerán en muy poco tiempo. Hay que suponer que Rajoy, que es persona más reflexiva que otra cosa, lo habrá ponderado con cuidado y habrá calibrado riesgos. Lo que sí puede apuntarse ya es que, por el momento, no parece que las consecuencias sean tan negativas. Y, en cualquier caso, la memoria política suele ser bastante frágil. Sobre todo si, al final, el resultado es que, en efecto, el PP gana las elecciones y se hace con el Gobierno.

Apenas nadie habla de UPN

Cuando se calmen los ecos más ruidosos del pleno, se entrará a valorar con calma otros comportamientos, entre ellos el de un partido pequeño pero que ha tenido en su mano la derrota de Zapatero. Me refiero a UPN, cuyo solitario diputado ha sido otra vez decisivo en el apretado resultado: habría bastado con que se abstuviera, para que el presidente del Gobierno se hubiera visto en la tesitura de un adelanto electoral.

Cierto es que UPN gobierna en Navarra con el permiso de los socialistas, y que eso le obliga a estar detrás del Gobierno en los momentos cruciales. Pero, como con Mariano Rajoy, también en este caso habrá que analizar las consecuencias de la decisión de salvar a Zapatero. Y, al igual que con el líder del PP, la respuesta se conocerá a no mucho tardar.

Un salvavidas para Zapatero

Entretanto, Zapatero busca afanosamente un salvavidas que le libre del hundimiento fatal. Uno de ellos puede ser –como se ha contado en las páginas de ECD (ver noticia)- el recurso a una inmediata y profunda crisis de Gobierno, que le devuelva la iniciativa política y le permita presentarse al Debate del Estado de la Nación con la imagen recauchutada. El cambio lo haría para rodearse de la guardia pretoriana, de los más fieles.

Y, desde luego, no sería un mal soplo de vida, políticamente hablando, si desde el mundo etarra (que, por cierto, alguien cercano sigue ‘trabajándoselo’) le proporcionaran alguna baza. Como podría ser un anuncio de tregua por parte de ETA.