¿Naufraga la operación Rubalcaba?

Muchos pensamos en su día, cuando el ministro del Interior aceptó pasar a primera línea como vicepresidente del Gobierno, que, si asumía tan evidente riesgo de abrasarse, era porque tenía algo más gordo en perspectiva. Y, para quien acababa de ascender al segundo puesto, eso solo significar ocupar La Moncloa.

A pesar del mucho tiempo que lleva en política, de que no es precisamente un niño y de que ha sufrido algunos achaques, esa aventura sí podía apetecerle porque sería la culminación de una ejecutoria.

A su familia, Rubalcaba les decía que no tenía la menor gana de meterse en aventuras. Pero a sus íntimos, al círculo político cercano, no les escondió que, si se lo pedían, estaba dispuesto a dar el paso al frente y asumir el liderazgo.

Los celos de Zapatero

El personaje tiene a su favor el crédito ganado como gestor y como cargo público eficaz, demostrado ampliamente en el ministerio del Interior, junto con la veteranía política y sus dotes de negociador y componedor, desarrolladas como portavoz en el Congreso, que, además, le ha granjeado unas muy buenas relaciones, por ejemplo, con los catalanes de Convergencia. O sea, con los compañeros que podrían hacer falta en un próximo futuro, en función de que se dé un resultado ajustado en las elecciones de 2012. A lo que hay que añadir una magnífica valoración de los ciudadanos, según todas las encuestas.

Vídeo del día

Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

¿Cuál ha sido el problema? Primeramente, que se ha precipitado. Se lo ha creído demasiado temprano, y se ha puesto en campaña antes de tiempo. Ha cometido un error de valoración y de oportunidad.

Ese arranque, típico de un corredor de cien metros lisos, ha provocado, de entrada, los celos del ‘número uno’, de Zapatero. Y, a continuación, un monumental enfado porque, por lo visto, el presidente, a pesar de sus repetidas sugerencias, no ha renunciado del todo a volver a ser candidato.

Así que el jefe del Gobierno ha percibido las maniobras de su segundo como un exceso de ambición y hasta una muestra de desagradecimiento. Por ejemplo, no le gustado un pelo que el grupo Prisa le haga la ola, con todos sus medios, que se vuelque con el vicepresidente, mientras a que al presidente le ningunean una y otra vez, y no pocas veces la vapulean.

El dúo Rubalcaba-Blanco

La teoría de la ‘operación Rubalcaba’ era que él se apuntaba solamente al Gobierno, y que el partido lo dejaba a otro. Incluso se ha hablado de una entente con José Blanco para que se convierta en secretario general del PSOE.

Así que, pregunta relevante es qué va a hacer finalmente José Blanco, personaje clave por el control que tiene del apartado del partido, pero que sigue políticamente herido como resultado del fracaso de las primarias de Madrid y la derrota de Trinidad Jiménez.

Sin embargo, el gallego está ahora en situación de verlas venir. ¿Por qué? Porque está viendo la marejada que se ha desatado en el partido.

Un freno a los ‘viejos’ del PSOE

Lo que ha ocurrido es que, dentro del partido, se ha movilizado la nueva ola, la gente más joven, que teme que el liderazgo de Rubalcaba suponga la recuperación del poder por la generación que resultó literalmente laminada por Zapatero. Ahí aparecen Manuel Chaves, Felipe González…

Una generación veterana de la que, por cierto, ZP solamente salvó del exterminio precisamente a Rubalcaba. De ahí el comentario (en boca de Carmen Chacón) de que había sido “muy generoso” con algunos, que no le apoyaron en el congreso y que ahora le pagan con la traición. Ésa es la palabra que se maneja.

La nueva ola del partido, centrada en personajes como Jesús Caldera y Trinidad Jiménez, es decir, el grupo de la Nueva Vía que llevó a Zapatero a La Moncloa, más Eduardo Madina y otros jóvenes, se ha nucleado en principio alrededor de Carme Chacón, quien busca así culminar la larga operación diseñada para ella (por Zapatero) y que ha transitado por la vicepresidencia del Congreso, el ministerio de la Vivienda y ahora el de Defensa.

De entrada, Carme Chacón acumula buenas sensaciones por el hecho de ser mujer. Pero su principal problema como alternativa es la imagen que tiene a nivel nacional (por ejemplo, su catalanismo), que puede castigar esas buenas perspectivas.

Y además están los barones regionales, con Fernández Vara a la cabeza pero no sólo. Zapatero nombró a uno de ellos, Marcelino Iglesias, secretario de organización, con la idea de que así les contentaba, y de que, al ser un primum inter pares, podría controlar a los más rebeldes. Se ha demostrado que Iglesias no acaba de hacerse con las riendas, se mueve en Ferraz como pulpo en garaje, no logra liderazgo interno y tampoco ha conseguido predicamento mediático.

A la defensiva

Que Rubalcaba lo ve mal, lo demuestra que el viernes tuvo que salir a los medios (a El País) para contestar a Chacón, diciendo eso de que “Yo soy vicepresidente, sólo pienso en trabajar. No me podría mirar a la cara si me dedicara a otra cosa”. Una reflexión que, al hacerla, demuestra que se encuentra ya a la defensiva.

El último, pero no el menos importante, misil contra la operación es el ‘caso Faisán’, que va a más, y ya se acepta que hasta podría noquear definitivamente al eterno superviviente que ha sido y es Rubalcaba, frustrando ésta que era su postrera aventura política.

No hay que perder de vista que, de modo inesperado, el ‘caso Faisán, en la medida en que está afectando a Rubalcaba, se ha convertido en factor desestabilizador dentro del proceso de sucesión de Zapatero abierto en el PSOE.

A lo que se añade la suma de filtraciones que se vienen produciendo estos días, no se sabe si procedentes de dentro del PSOE, pero que, para algunos ámbitos políticos, hasta podrían tener relación con el CNI y el mismísimo Gobierno.