El PP tiene que echar mano de Javier Arenas

Se daba por descontado que Javier Arenas acabaría en Madrid, tras el fracaso de no haber conseguido la presidencia de Andalucía. Pero no tan pronto.

Los cálculos apuntaban a que dejaría pasar al menos un año, para guardar las formas y eludir acusaciones de oportunismo o de falta de respeto a los votantes. No ha ocurrido así.

El temprano anuncio de que no se presentará a la elección en la presidencia del PP andaluz puede interpretarse como el primer paso para un inminente desembarco en la capital de España.

¿A qué viene esa prisa? ¿No se podía esperar a que pasara al menos ese año de respeto? Por lo visto, no.

Dando por descontado que no llega a Madrid para entrar en el Gobierno, porque es demasiado temprano para una crisis y porque Mariano Rajoy está dispuesto a aguantar al menos dos años con el actual equipo, la deducción es que Javier Arenas se va a dedicar al partido.

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¿Existe necesidad de un refuerzo de ese nivel? Lo cierto es que el partido ha dado muestras evidentes de ausencia de coordinación, desconcierto, falta de iniciativa, escasez de impulso político y de desconexión con el Gobierno. Y la solución puede estar en Javier Arenas.

Las carencias del PP como partido a la hora de secundar el trabajo del Gobierno han sido tan clamorosas, que no se podía esperar mucho más tiempo, porque las cosas están viniendo mal dadas. Hay mucho que explicar, pero sobre todo muchísimo que secundar.

La incorporación de Javier Arenas a la actividad en la sede de Génova anuncia una nueva dimensión en el PP.

Otra cosa es lo que piense María Dolores de Cospedal.