Del ‘cangrejo’ al escudo de Felipe V en Cataluña

El Parlamento de Cataluña ha aprobado tapar el escudo de Felipe V que luce en la fachada principal, consecuencia de la condición de fortaleza militar que tenía el edificio en sus orígenes.

El escudo no será destruido, ni arrancado, sino tapado por el escudo tradicional catalán de las cuatro barras, volviendo así al que se colocó, en tiempos de la República, cuando Francesc Macià decidió ubicar allí el Parlament.

Eso sí, sobre las cuatro barras seguirá viéndose la corona. Y se mantendrán los leones, los cañones, las banderas y el resto de elementos ornamentales que lo envuelven.

Tras la Guerra de Sucesión, que perdió el pretendiente austríaco, y con él Cataluña, el vencedor, Felipe V, firmó el decreto de Nueva Planta, que abolió los fueros y las instituciones catalanas. Y su escudo es lo que va a ser ocultado.

El plan del Parlament me ha traído al recuerdo otros episodios parecidos.

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El actual ministerio de Defensa fue, en los años finales del franquismo, sede del ministerio de Información y Turismo. Lucía en la parte superior de la fachada el escudo preconstitucional, y cuando se decidió destinarlo a ministerio de Defensa, no se destruyó ni se quitó, sino que se tapó con el escudo constitucional. Ahí sigue, tapado.

Unos años antes, con nocturnidad, se procedió a retirar el yugo y las flechas (algunos lo llamaban despectivamente “el cangrejo”), símbolo de Falange, que cubría el edificio de la secretaría general del Movimiento, en la calle Alcalá, junto al Banco de España.

Se quiso hacer con la máxima discreción, pero casi fue peor, porque durante meses quedó en la fachada la silueta blanquecina del yugo y las flechas que habían retirado.

Tapar escudos es, evidentemente, querer tapar la historia. Y eso, además de dificultoso, resulta también bastante discutible. La historia historia es. Y, en lo posible, hay que dejarla en paz.