El (reducido) encanto de Rajoy

Cierto es que el hoy presidente del Gobierno no ha tenido precisamente mucho encanto personal.

Nunca ha sido un líder que levante pasiones, que arrastre irremisiblemente ni que entusiasme.

Sin embargo, podría pensarse que, si en la oposición resulta muy complicado, iba a serle más sencillo lograrlo estando en el Gobierno, por aquello de la erótica del poder o de la prestancia que da ocupar un cargo así. Pues no.

Al contrario, da la impresión de que, desde que habita La Moncloa, incluso ha perdido el pequeño porcentaje de atractivo que antes pudo tener.

A Mariano Rajoy se le ve tenso, nervioso, inquieto, hasta casi inseguro. Y cuando se somete a preguntas, de diputados o de periodistas, da la sensación de que responde echando broncas.

Vídeo del día

Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

Cierto es que le está tocando lidiar una situación que nunca imaginó, de enorme dificultad y dureza, de riesgo grave para el país.

Tan impensada que, como se publico en estas páginas, ha llegado a comentar eso de “Pensaba que ser presidente era otra cosa. Menuda putada”.

Pero en la raza de los buenos políticos debe estar el coraje, la capacidad de encaje, la fortaleza y hasta el buen ánimo para no traslucir las procesiones que se llevan dentro. El poner buena cara aunque haga mal tiempo.

El tiempo es malo, y aun muy malo, pero a Rajoy se le nota demasiado.

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