El último año de Zapatero

Zapatero apura sus últimos meses en La Moncloa. Todo se va a decidir en este nuevo 2011. Existe la casi seguridad de que no volverá a ser candidato a la Presidencia y parece que las elecciones serán adelantadas.

Zapatero sobreactuó el jueves, en la rueda de prensa de balance del año, pero convenció muy poco, porque cada vez su credibilidad como político está definitivamente dañada.

Con un país que ostenta el récord de paro entre las naciones avanzadas, con una deuda que acogota y nos tiene al borde del precipicio, después de haber suprimido la ayuda de maternidad de 2.500 euros, de quitar los 420 euros de subsidio a parados sin prestaciones, de bajar el sueldo a los funcionarios, de congelar las pensiones, de conseguir que haya en España casi un millón de familias en las que nadie tiene trabajo… su afirmación de que este Gobierno es uno de los que más ha hecho por las conquistas sociales constituyó un cruel sarcasmo.

Tres argumentos para una retirada

Como digo, pienso que Zapatero apura sus últimos meses a la cabeza del Gobierno. En estos momentos, todo el mundo, incluido su propio partido, le sitúan fuera de la carrera presidencial.

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Ya ha desvelado que tiene “la decisión tomada”, aunque no ha manifestado en qué sentido. En su entorno se escucha que la última palabra dependerá de un dato fundamental: cómo estará la economía a mediados de 2011. Ése será el principal argumento.

Si considera que el país ha empezado a salir de la sima, y él puede ‘vender’ a los ciudadanos que ocurre gracias a él, Zapatero no se marchará. El problema es que baraja una posibilidad altamente difícil, casi un imposible, porque, como él mismo comentó en el Congreso (y parece que se le escapó), la crisis tardará cinco años en superarse.

El resultado de las elecciones locales

Hay un segundo elemento que barajara: el factor político. Aquí, lo importante será valorar cómo le ve el partido. En este momento, amplios sectores del PSOE, incluyendo la mayoría de los barones regionales, lo consideran un peso muerto, que lastra cualquier expectativa electoral.

Y, además, Zapatero mirará al resultado de las elecciones municipales y autonómicas de mayo. Es otro espejismo, porque, salvo catástrofe sideral, los socialistas van a perder casi todos los gobiernos regionales y buen número de ayuntamientos emblemáticos.

El tercer factor de decisión va a ser la situación personal y familiar. Ha recibido mensajes de que lo deje, por el coste que le supone la actual situación, también físico. Pero será un dato no definitivo.

Un anuncio con tiempo

Hay que suponer que el anuncio de su retirada lo formulará tras los comicios del mes de mayo. Y, en el supuesto de una retirada, cuando antes lo proclame, mejor, precisamente para que el ‘sucesor’ tenga margen suficiente para montar su propia campaña.

No obstante, quizá tampoco logre demasiado margen, puesto que no son pocos los analistas que apuntan que la previsible debacle de las autonómicas y municipales va a hacer muy complicado agotar la legislatura sin una convocatoria anticipada de elecciones generales.

En ese escenario, todo apunta a que, si bien Zapatero no ‘designara’ sucesor, no habrá ‘dedazo’, sí indicará quién puede ser la persona que ha de sucederle. Y en principio dejará colocado a Alfredo Pérez Rubalcaba.

Nadie cree que el ahora vicepresidente ha dado el paso de pasar a primera línea de fuego, con los riesgos que provoca, si no ha pactado antes con el número uno un calendario de relevo con garantías suficientes.

Una retirada de Zapatero a tiempo concede alguna oportunidad a los sucesores. Su marcha ‘lavará’ en buena medida el crédito del Gobierno y de su partido, en la medida en que los españoles le consideran el principal culpable del desastre que sufre este país. Y los que lleguen podrán dedicar meses a recuperar el apoyo de los ciudadanos.

La bicefalia

Para la tarea de intentar ganar unas elecciones generales que se presentan muy cuesta arriba, Rubalcaba tendrá necesidad de contar con José Blanco. Concretamente para que haga lo que mejor ha sabido hacer: pastorear el partido.

Se establecerá, pues, una bicefalia, con Rubalcaba en el Gobierno y con Blanco como secretario general del PSOE, una situación bastante novedosa pero que conviene a ambos.

No creo que el hoy ocupante de La Moncloa acabe el año 2011 en aquellos despachos. Lo mismo que no creo que se vaya a León, como ha dicho su gente, para ser “un ex presidente ejemplar”. No me lo trago.