Calladitos estarían mejor

Si alguien pensaba que con la marcha de Guardiola la directiva del C. de F. Barcelona iba a empezar a llamar a las cosas por su nombre y a abandonar los ‘buenismos’ y las actitudes victimistas estaba equivocado. Ha bastado que la Federación Española de Fútbol hiciera la vista gorda –nunca mejor dicho- con la metedura de dedo, y por supuesto de pata de Mourinho, para que se desaten las declaraciones de presidentes, antiguos presidentes, socios, antiguos socios y jefes de prensa hasta la tercera y la cuarta generación.

Una vez más hemos tenido que escuchar –y lo que nos queda- eso de los buenos modos y la deportividad de la Masía y lo bien enseñados que tienen allí a sus pupilos.

Partiendo de la base de la criticable actuación del entrenador portugués, de su pésima educación, de sus malos modos y todo lo que se quiera, no es el Barcelona el más indicado para hablar de nada de eso por mucho que –aún con la ausencia de Guardiola- intenten hacernos ver lo contrario.

Aunque no quieran, la gente se acuerda de los teatros de Alves, de las caídas reiteradas, de los cortes de mangas, de las cabezas de cerdo, de los desplantes y las incomparecencias en la Copa del Rey, de los retrasos en comenzar partidos como el de Pamplona etc. etc. Por eso mejor están calladitos.

Que se diga que un campo no se cierra o que un club no es expulsado de una competición a la que no comparece porque se ha cambiado la ley y que eso no es un indulto, no es más que otro ejercicio de cinismo.

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Y que ese ejercicio de cinismo se pretenda adornar con las declaraciones de que queremos- que-las-cosas-vayan-bien-y-que-funcionen-bien-y-que-todos-en-el-mundillo-del-fútbol-sean-justos-y-benéficos suena a pitorreo del malo.

Menos rasgarse las vestiduras y menos ir de santos, que en todas partes cuecen habas, y en el fútbol español, los dos grandes en estas cuestiones lo mejor es que no digan nada.