Comienza la campaña electoral en Cataluña

Una vez cumplido el enojoso trámite del referéndum para la aprobación del, no menos, enojoso Estatuto, los partido políticos -especialmente los catalanes y los políticos, especialmente los catalanes- pueden dedicarse a su deporte favorito: la campaña electoral.   Aquí lo de gobernar e incluso eso de administrar es un engorro del que hay que huir en cuanto se pueda. Aquí lo bonito, lo que mola, son las campañas electorales y quitarse la corbata los fines de semana para ir al mitin y aplaudir y que les aplaudan; y sonreír y decir que vamos a ganar e insultar –ellos lo llaman descalificaciones- a los de los otros partidos.   Y en eso estamos.   No es que antes no estuviéramos en plena campaña porque es evidente que todo el “follón” del Estatuto ha sido una campaña electoral nada encubierta -una campaña electoral a pecho descubierto en la que todos han ido a la búsqueda del voto- lo que pasa es que ahora , pasado el mal trago, ya volvemos dónde solíamos.   A saber:   En el Partido de los Socialistas Catalanes, ya hay movimientos para nombrar un candidato que no sea Maragall y que sea el candidato de La Moncloa, y que además tenga el talante suficiente como para pactar con Convergencia y Unión.   En Convergencia y Unión meten prisa y se disponen a ganar las elecciones -no sólo para gobernar en Cataluña- sino para poner condiciones en Madrid e incluso colocar a algún Ministro, por ejemplo un Duran i Lleida que no resulta demasiado cómodo para Artur Mas si este llega a Honorable.   El Partido Popular se debate en la nada y en la estrepitosa derrota del NO en el referéndum, pero Rajoy no puede dejar caer a Piqué, sobre todo porque no hay tiempo de inventar un candidato.   Esquerra Republicana de Cataluña sale muy tocada del tripartito y con la imagen de su líder, Carod Rovira, por los suelos. Puigcercós quiere aprovechar la coyuntura y la batalla por la foto electoral va a ser dura.   Por último el Partido Socialista, es decir el Gobierno, que tampoco puede tirar cohetes con la victoria en el referéndum, tiene que medir muy mucho si defenestra a Maragall, entre otras cosas porque la única alternativa que tendría sería Montilla y no parece que el ex alcalde de Cornellá tenga imagen para dar y tomar.   Se sabía que el problema del referéndum iba a ser el día después. Supuesto que los resultados estaban cantados con un aplastante SÍ, una derrota clamorosa del NO, y una abstención pavorosa que se vuelve contra Rodríguez Zapatero, por más que Blanco haga esfuerzos por camuflar el desastre, y ya estamos en ese día después.   El desastre de Rodríguez Zapatero, no es la abstención; su auténtica debacle es que esa abstención le ha demostrado que se metió en un jardín sin el menor motivo y que de paso nos ha metido en ese vergel a todos los españoles.   Jornada nefasta la del pasado domingo. Pierden todos. Perdemos todos y ahora recomponer los trozos de la política catalana no va a ser fácil y una Cataluña políticamente rota es un factor de desequilibrio en toda España.

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