Comisiones, no gracias

Alguien dijo una vez que un camello es un caballo diseñado por una comisión. En la calle hay una cierta prevención por las comisiones y, tras las experiencias habidas -que están muy recientes en la opinión pública-, esas suspicacias se acentúan. Ahora nos enfrentamos a otra comisión que surgió de la entrevista entre Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy para hacer frente a las amenazas secesionistas del Plan Ibarretxe. Hasta ahí todo bien. Es muy positivo que en algo tan trascendental para España el partido en el Gobierno y el segundo partido del país (con más de diez millones de votos) se pongan de acuerdo. Lo que ocurre es que cada uno por separado -más el PSOE y el Gobierno que el Partido Popular- tiene sus propias hipotecas que pagar y sus responsabilidades frente a terceros, que pueden ser más o menos comprensibles e incluso más o menos deseables pero que están ahí y que, con toda seguridad, van a condicionar esa comisión. Ya se han alzado voces. El ministro Montilla, la cuña catalana en el Gobierno, se ha apresurado a tranquilizar a sus socios de Esquerra Republicana para decirles que sólo se trata de comenzar a dialogar. Y Rubalcaba afirma que en ningún caso ese posible acuerdo va a condicionar las relaciones ya existentes y que, además, sólo se trata de incorporar al Partido Popular a lo que ya hay. Un poco de barullo y algo de "galimatías" sí que hay en estos acuerdos o convenios. No es fácil abstraerse y pensar que se trata de algo más que de una operación de imagen o de una acción que tranquilice a los ciudadanos. Tampoco es pensable, en la situación actual del Gobierno, que Rodríguez Zapatero pueda suscribir cualquier convenio sólo con el Partido Popular, pues el resto del "arco parlamentario" se le vendría encima (de hecho, ya está sucediendo algo parecido). En cualquier caso, es un paso importante y hay que aplaudir que los dos grandes partidos planten cara de forma inequívoca a las insensateces de alguien que representa sólo lo que representa, ni un ápice más. Los vascos y las vascas son más que los que están de acuerdo con el señor Ibarretxe. Hay muchos vascos y vascas que nunca le han votado y hay otros muchos que, habiendo votado al Partido Nacionalista Vasco, no le han dado un cheque en blanco para montar la que está montando. Haría muy bien el Lehendakari en no pensar que los vascos y las vascas están todos de acuerdo con él y con su plan. Hay muchos ejemplos en la historia reciente de nuestras autonomías en los que alguien se cree el único representante de una parte de España y que está convencido de que sus planteamientos son los de todos sus paisanos. Aquello tan traído y llevado de “l`etat c´ést moi” ya pasó a la historia y, además, como se encargó de demostrar la propia historia, no era cierto y duró poco.

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