La Convención, ¿ha convencido?

En los países anglosajones, las convenciones de los partidos sirven para el debate interno e incluso para la presentación de militantes que pueden ocupar cargos. Además de eso se debaten propuestas concretas que se ofrecerán a los electores. Esas propuestas también son debatidas por los propios militantes a los que también hay que convencer del voto. No hay votos fijos y los partidos también han de ganar el sufragio de los propios militantes y simpatizantes en cada elección. Aquí ocurre algo muy distinto y por eso las convenciones y los congresos son diferentes. No se trata de debates internos -el que se mueve no sale en la foto- ni de captar votos que están más que seguros. ¿De qué se trata entonces? Pues de afianzar voluntades, de elevar la moral y dar la oportunidad a los dirigentes de “adelantar”, de alguna forma, la campaña electoral pudiendo llegar a la opinión pública a través de los medios que cubren el evento. Eso es precisamente lo que ha hecho el Partido Popular el pasado fin de semana. Ha logrado animar y elevar la moral de sus bases, ha proporcionado plataformas públicas a sus dirigentes y ha hecho una serie de críticas al partido en el Gobierno y al propio Gobierno que ya eran conocidas por todos. Nada que no estuviera previsto. ¿Ha convencido la Convención? Pues como también estaba previsto, ha convencido a los que ya lo estaban, ha proporcionado páginas en los periódicos al partido, y a los dirigentes la oportunidad de aparecer en los medios audiovisuales. Pero es seguro que pocos votos de los indecisos se habrán logrado captar y, por supuesto, ninguno de quiénes nunca votarán a la derecha. En el camino hemos asistido a la “contraprogramación” del PSOE con el mitin de Rodríguez Zapatero y a la discusión “soto voce” entre los que quieren eso de “Mariano dales caña” y los que hablan del centro y de la moderación. En medio, un Rajoy que ha querido contentar a todos y que se tienta la ropa de los votos antes de afirmar algo con contundencia. Ha sido la convención del sí pero, con un Aznar que está pero sin estar y que vuelve pero sin volver. En los corrillos, junto a la euforia de banderas y de gritos de “presidente, presidente”, había demasiadas dudas sobre la línea a seguir —o mejor dicho- sobre la oposición que se está haciendo. La única conclusión cierta, al ver las fotos, es que la media de edad del Partido Popular debe de estar en 20 años a juzgar por los fondos de atrezzo que se veían detrás de los oradores y de los planos en televisión. ¿Es que en el PP no hay nadie mayor de 40 años?

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