¿Democracia parlamentaria?

En nuestra vida parlamentaria nos quedaban pocas cosas por ver y por escuchar. Se diría que quien siga las sesiones parlamentarias ya está curado de espantos; pero lo del pasado miércoles no entraba en las mentes más imaginativas. Ver y escuchar al presidente del Gobierno negarse a contestar una pregunta de la oposición alegando que era el 23 –F y ‘aquí pasó lo que pasó’ y que hoy no tengo ganas de discutir con usted, es, se mire por donde se mire, uno de los sucesos más bochornosos que ha ocurrido en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.

La frase no tiene desperdicio y es un cúmulo de despropósitos y de inanidades; lógico en Rodríguez Zapatero, pero inadmisible en todo un presidente del Gobierno: ‘Hoy, señor Rajoy no es día en el que quiera discutir con usted. Hoy es 23 de febrero. Hoy hace 30 años que esta Cámara sufrió lo que sufrió. Hoy hace 30 años que hubo aquí dignidad, unidad, lucha por la libertad y, 30 años después, los que sentimos profundamente eso, merece que lo recordemos y que homenajeemos la libertad’.

O sea que se carga, la libertad, la dignidad de la cámara y homenajea a esa dignidad y a esa libertad, precisamente riéndose de los parlamentarios de la oposición, no se sabe muy bien en virtud de qué dignidad y de qué libertad. No se concibe un homenaje más lastimoso.

Las caras de asombro, incluso en la bancada socialista, no son para ser contadas. Al presidente le hubiera bastado contestar a Rajoy con una de sus clásicas salidas y paseos por los cerros de Úbeda para no haber quedado tan mal y sobre todo para no haber dado el espectáculo tan bochornoso que se vivió en el parlamento español.

Tras el pasado miércoles no va a ser fácil hablar de democracia parlamentaria. Habrá que hablar de otra cosa, pero hacerlo de una cámara libre en la palabra y en los juicios, propicio a la discusión política y foro de intercambio de ideas y de planteamientos diversos, no va resultar creíble.

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Posiblemente no pase nada y todo siga su curso. Y Pérez Rubalcaba seguirá emboscado y Chaves continuará de vicepresidente  tercero del Gobierno y Carmen Chacón de aspirante y la oposición a lo suyo y cada uno en su escándalo y Bono en el de todos, mientras el Rey reparte abrazos a diestra y siniestra y afirma que lo que no se sabe del 23-F se inventa. Toda una feria en la que no podía faltar Santiago Carrillo defendiendo la presencia de asesinos en las instituciones.

Y es que cada uno sigue a lo suyo y la cabra –las cabras porque hay varias- siempre tiran al monte.