Europa hoy: España es diferente

En estos momentos lo importante es Grecia, que está muy malita y hay que salir en su auxilio. Y a las primeras de cambio nos hemos dado cuenta de qué sirve y para qué sirve la presidencia de Europa. Entre otras cosas sirve para que, como siempre, sean Francia y Alemania quienes decidan y partan el bacalao. Merkel y Sarkozy, Sarkozy y Merkel, son quienes deciden cuándo se ayuda a Grecia, cómo se la ayuda y con qué se la ayuda.

No es que Rodríguez Zapatero esté en Bruselas de turista, pero de algo parecido sí que está. Un desayuno con el presidente ejecutivo y con el presidente de la Comisión y ¡hala! a sonreír y hasta la próxima.

Y hablando de próxima, las malas lenguas dicen que los ‘próximos’ podemos ser nosotros. Evidentemente nuestra situación no es la de Grecia pero nada impide que lleguemos, mejorando, mejorando, a una situación parecida a la de los helenos. Y es también evidente que ‘monamisarkosí’ hasta puede que no tenga la misma actitud con nosotros que con Grecia. Esperemos que no haya que hacer la prueba.

Emociona ver a alemanes y franceses unidos para salvar el Partenón mientras los demás europeos, incluidos el presidente rotatorio, se limitan a ser meros espectadores. No le va a ser fácil a Rodríguez Zapatero rentabilizar la presidencia, ni de cara al exterior ni con vistas al interior. Ni nuestra situación económica, ni su propio prestigio, ni siquiera la posición de la presidencia, le son propicias. Haber estrenado el nuevo puesto de presidente ejecutivo es un handicap para el rotatorio, sea el que sea, y con la crisis griega se está viendo de forma palpable.

No se trata de contubernios, ni de conspiraciones, pero hay países en Europa que tradicionalmente no nos miran con buena cara, y a los que no les importa emplear ese buen talante con Grecia. Somos distintos y la comparación de Joaquín Almunia, además de dolorosa, fue desafortunada.

Lo que muchos se preguntan es por qué la hizo.

 
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