Europa hoy: en la calle

A la espera de las mayorías absolutas o de las coaliciones a las que tras los comicios lleguen los políticos británicos, Europa, la Europa unida, no atraviesa uno de sus mejores momentos.

Sin hablar del caso español, Portugal lo pasa mal, el Reino Unido está en trance de cambio político sustancial y hasta Angela Merkel se siente salpicada por los problemas de la Europa del sur, en las próximas elecciones de Renania-Westfalia, uno de los lander más importantes de la República Federal.

Los mercados desconfían, los bonos –salvo los alemanes- se desploman y las perspectivas no son demasiado halagüeñas.

Obama bastante tiene con lo suyo, el recrudecimiento de las amenazas terroristas, como para echar una mano a los de enfrente y, además, no está por la labor de reforzar a una Europa que quiere disputarle la hegemonía.

Sólo Francia da la impresión de mayor tranquilidad aunque puede que sólo sea una impresión, porque Italia por sus propios planteamientos internos siempre está al borde de la crisis.

Lo más grave es lo de Grecia y no solamente por razones económicas. Nunca es bueno que los problemas se desborden o se les vayan de las manos a los gobiernos, pero las imágenes de las calles de Atenas no dejan lugar a la menor duda: la sociedad griega puede quedar fuera de control sino lo está ya. Tres cadáveres en una calle no son de recibo en pleno siglo XXI por muy justificada o injustificada que pueda estar una revuelta callejera provocada por la crisis económica, la subida de impuestos o la bajada de pensiones y sueldos.

No se trata de alarmismos ni de barbas, ni de vecinos a los que se les pelan esas barbas, se trata de mirar un poco más allá de nuestras propias narices y poner remedio a situaciones que se sabe como empiezan pero no como acabarán.

El caso griego puede ser especial pero no deja de ser paradigmático. La Europa global no atraviesa un buen momento de forma y la Europa mediterránea comienza a dar señales de alarma y además en la calle.

 
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