Gürtel engorda y Esperanza Aguirre toma la delantera, entre las ‘indiferencias’ de Mariano Rajoy

Han quedado muy atrás las acusaciones de escuchas, las de espionaje y hasta las de persecuciones. Rememorar ahora discursos y mítines de Sáenz de Santamaría, Cospedal o el mismo Rajoy ante la que se le ha venido encima a los populares resulta un saludable ejercicio de introspección política. Lo que pasa es que Rajoy se ha instalado en la indiferencia de todo lo que pasa a su alrededor. Dio una tregua a Camps, Camps quiere ganar tiempo y aguantar hasta las elecciones y pide oxígeno a Costa, pero Costa dice que de dimitir nada y parece que le ha emplazado a convocar el Comité Ejecutivo del Partido Popular en Valencia. Todo muy confuso, y más que confuso brumoso.

No es fácil analizar las relaciones entre Rajoy y Camps, entre Camps y Costa, entre Rajoy y Aguirre y, ya puestos a analizar, tampoco está muy claro qué está empezando a pasar entre Camps y Barberá.

Demasiada tela como para que el presidente del partido se refugie en la indiferencia y en esperar y en dar treguas.

El camino, una vez más, lo ha marcado Esperanza Aguirre. En según qué ámbitos del Partido Popular están aplaudiendo con las orejas, y en según qué sitios se tiran de los pelos. Nada de lo que hace Aguirre resulta indiferente en Génova y haría mal Rajoy aplicando esa indiferencia a las decisiones que ha tomado la presidenta del partido en Madrid. Alberto López Viejo, Alfonso Bosch y Benjamín Martín Vasco no sólo eran una rémora para los populares en Madrid y en toda España sino que eran una carta ‘de dulce’ para los socialistas. Esperanza Aguirre suelta lastre y, además de quitar la baza a los de enfrente, puede sacar pecho. Toda una lección que harían bien Camps y Rajoy en estudiar con detenimiento.

Vamos, que Aguirre ha hecho un trabajo excelente. Un trabajo doble de esos que usa como metáfora la vicepresidenta económica del Gobierno. Dice Elena Salgado que a España, con el Fondo Monetario Internacional, le pasa lo que a las mujeres en la vida profesional, que tienen que trabajar el doble y demostrar el doble para que les den un poco de importancia.

La semana ha estado metida en despropósitos entre los que no son menores los que suponen las filtraciones judiciales o que los secretos de los sumarios se levanten sólo un poquito o que se pasen por alto soplos policiales más o menos demostrados. Cosas serias que deberían hacer reflexionar a nuestros políticos y que no se hicieran los  indiferentes.

Menos serio es que una consejera en Cataluña se gaste el dinero en averiguar si los niños la conocen, o que Jordi Sevilla intente dar macha atrás y diga que espera que ’los presupuestos salgan del Congreso mejor que entran’, o que alguien que está en la cárcel se hiciera llamar Don Vito.

Incluso tiene su ‘puntito’ que Puigcercós deje en la calle, literalmente, a Carod Rovira y le niegue el pan y la sal de las listas por la Esquerra Republicana de Cataluña. Y es que, como diría Miguel Ángel Fernández Ordóñez, mientra se va o no se va a ‘su puta casa’, hay cosas que no puede aguantar ni una empresa ni una familia. Que se lo digan a empresas concretas y a familias aún  más concretas.

Claro que mientras no nos falte el ministro de Fomento, José Blanco, trufado de Leire Pajín, que ahora ha inventado la puesta en marcha de infraestructuras sin aumentar el déficit, todo va bien.

 

Incluso aunque haya mujeres que trabajen el doble. Aunque algunas y, por supuesto algunos, mejor sería que trabajaran solamente la mitad y eso que nos ahorrábamos todos los españoles.

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