José Luis Rodríguez Zapatero toma aire y remodela el Gobierno, después de poner a España a parir

Aquí paren todos o todos se ponen a parir. Y es que dos mil quinientos euros tiran mucho y van a dar mucho de sí. El Debate del Estado de la Nación fue lo que todos esperábamos aunque un poquito más “faltón” y “tabernario”. Es como si Rajoy y Zapatero hubieran perdido el pudor y se lanzaran a poner verde al otro sin el menor atisbo de sonrojo. Nada más.

Ni hubo análisis de la situación, ni propuestas de Gobierno, ni planes de futuro por parte de la Oposición -supuestamente alternativa de Gobierno-, ni por parte del Gobierno hubo nada que no fueran parabienes por su gestión. Todo se redujo a la cantinela de las actas de la negociación con la ETA por parte de Rajoy y de los logros económicos, el bienestar, el progreso y la ampliación de derechos, en boca del Presidente del Gobierno. Todo ello aderezado por los aplausos, las risas y los comentarios de sus señorías que tan a mal lleva el otro Presidente, Manuel Marín.

Y que nadie se olvide de “la anécdota” que suponen las intervenciones de los grupos minoritarios y sobre todo el trajín del Grupo Mixto a cuyos componentes apenas les da tiempo para que el ujier les cambie el vaso de agua por aquello de la higiene.

Y poco más en un debate en el que lo mejor, y lo más coherente fue el minuto de silencio.

Poco más, porque reducir la intervención en el debate, del Presidente del Gobierno, a lo de “tener más niños” y subvencionar los partos, es pobre y además, a la vista de lo poco previsto que estaba y de la sorpresa que la “boutade” ha causado en ámbitos gubernamentales, lo que produce es preocupación.

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No sabemos –ni nos importa lo más mínimo- si Rodríguez Zapatero se plantea cobrar en algún momento los dos mil quinientos euros de marras, pero lo que sí ha hecho de momento es “tener Ministros”. Que no le van a dar dos mil quinientos euros por cada nombramiento que ha alumbrado pero sí que va a procurar que le den un poco de aire de aquí al final de legislatura.

La comparecencia del Presidente -explicando las bondades y las maravillas de los nuevos Ministros y afirmando que Elena Salgado es una de los mejores gestoras públicas que conoce, y los aciertos científicos de Bernat Soria y la enorme cultura del Ministro de Cultura, valga la redundancia, César Antonio Molina y las cualidades políticas de Carmen Chacón-  producía una mezcla de espanto y ternura.

Pero ya tenemos nuevo Gobierno y al Presidente le han cambiado en plena inmersión la bombona de oxígeno.

Y en Génova –aún sin digerir la segunda parte del debate, con la monomanía de Rajoy con lo de las actas- a verlas venir y otra vez con el paso cambiado.

Pero no hay que ser pesimistas, porque eso repercute en los accidentes de coche, que es lo que les pasa a los gallegos, que se ponen “morriñosos” y ¡zas! se la pegan. Que ya se lo tiene dicho Pere Navarro, el Director General de Tráfico: Gallegos, todos conmigo, pecho fuera, alegría, sonrisa, optimismo y hala, a la carretera.

Lo que sí son lo gallegos es misericordiosos, al menos uno de ellos de Palas de Rei para más señas, José Blanco. Se está convirtiendo en un obseso de la misericordia y del perdón. Este hombre en cuanto abre la boca es para recomendar a alguien –preferentemente del Partido Popular- que pida perdón por algo. Ahora les ha tocado el turno a los navarros. Lo dicho un misericordioso pero en pesado.

Unos se quedan y otros se van. Se va Jordi Sevilla y se va Trujillo, se queda “Santa Rufina” en Sevilla, se va Torres al Liverpool y se queda Solbes y se va pero no se queda, o se queda pero no se va, Rodrigo Rato.

Y Navarra... Que ya han aplazado la decisión de quién va a gobernar la Comunidad Foral, para después de los “sanfermines”. Que un pelín más y nos hacen coincidir la toma de posesión del nuevo Gobierno con el “pobre de mí” que eso sí que es pesimismo y no el de los gallegos.