El PNV como animal de compañía

Por más que Urkullu y Alonso se empeñen en vendernos la burra con mataduras, no cuela. La realidad es que el Gobierno de España (enfatizando mucho) ha tenido la desfachatez de pactar con un partido político más que minoritario una decisión de gobierno puro y duro al margen del Gobierno legítimo vasco que, para más señas, es tan socialista como el Gobierno pactante. Esa es la realidad y todo lo demás son paños calientes.

Porque no se han pactado los presupuestos, se han pactado transferencias al Gobierno de Euskadi con un partido que no ostenta ese gobierno, y no solamente se ha hecho a espaldas del Lehendakari y su equipo sino al margen de la voluntad del resto de los españoles que, lo quiera o no Rodríguez Zapatero o lo quiera o no el Partido Nacionalista Vasco, son los verdaderos ‘hacedores’ de los Presupuestos Generales del Estado.

Dos partidos, en perfecto uso de sus derechos y de sus posibilidades políticas, han pactado una votación en el Congreso y no hay que rasgarse las vestiduras. Lo que pasa es que eso es mentira: ha pactado el Gobierno con una formación que no gobierna y ha pactado acciones de gobierno propias de un ejecutivo y no de un legislativo.

El intríngulis es averiguar por qué José Luís Rodríguez Zapatero ha admitido al PNV como animal de compañía. El intríngulis está en averiguar por qué Urkullu da oxígeno a un cadáver político y el intríngulis está en averiguar qué pinta en todo esto el Lehendakari vasco, perteneciente, por más señas, al Partido Socialista que dirige el mismo José Luís Rodríguez Zapatero.

Ni a unos les importa lo más mínimo los problemas presupuestarios de España ni a los otros les preocupa nada que no sea mantenerse en La Moncloa o, como mínimo, no tener que adelantar las elecciones, y para eso hay que aprobar ‘como sea’ los presupuestos.

Y ocurre que todos sabemos que ese ‘como sea’ es, por ejemplo, la caja única de la Seguridad Social y que ahí tendremos que decir algo el resto de los españoles.

 Y ocurre que, como llueve sobre mojado, los dedos se nos hacen huéspedes y pensamos que a lo mejor la única víctima no es Patxi López.

 
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