Papá, ¿por qué somos del PP?

Con heridas abiertas o con heridas cerradas, con saludos y gestos más o menos estudiados, con intervenciones directas o indirectas desde Génova y con candidaturas acertadas o desacertadas, lo cierto es que el Partido Popular no acaba de centrarse. No en el centro político, sino centrarse de saber lo que quiere, de enterarse a dónde va, de, en una palabra, ser capaz de hacer algo coherente.

Los dos congresos del fin de semana han sido dos fiascos. Con independencia de los resultados, las consecuencias saltan a la vista. Valga como ejemplo el propósito de Montserrat Nebreda, que ha perdido frente a la candidata de Génova, de negociar directamente con Madrid puesto que se siente ganadora moral del congreso. Pero eso ¿qué es?

Pues pura y simplemente que Nebreda, aunque ha perdido, le ha dado un buen mordisco a la credibilidad de Rajoy, a la de todo su flamante equipo y ha dejado una legislatura más al Partido Popular de Cataluña con las vergüenzas al aire.

Y en Baleares algo parecido. Rosa Estarás ha ganado y es la presidenta, pero Delgado ha conseguido que el Partido Popular esté en la cuerda floja.

Un fin de semana negativo para el aparato de Génova. En opinión de muchos, en el Partido Popular se llega a la conclusión de que hacen falta barones fuertes, con prestigio y poder, porque eso se transmite a la sociedad y es el comienzo de cualquier logro en las urnas.

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El caso de Esperanza Aguirre es paradigmático. Se pelea con Génova, hace valer su poder, da puñetazos en la mesa y, aunque esos puñetazos puedan ser inadecuados e incluso no sean oportunos, sirven para que el PP gane elección tras elección en la autonomía. Ahora, da otro golpe de mano –o de efecto, si se prefiere- y anuncia que sólo recabará los avales mínimos para poder presentar su candidatura, con el fin de que otros también puedan hacerlo. Difícilmente se presentará otra candidatura en Madrid, pero el golpe está dado y muy bien dado.

Afirmaba Alicia Sánchez Camacho que en Cataluña los populares siempre han perdido. Es verdad.

Se enfada Carlos Delgado y dice que ‘Rajoy es una máquina de perder elecciones’.Tal vez. Malo es que se empiece a tener complejo de segundón.

Siempre habrá un niño ‘cabroncete’ que preguntará aquello tan divertido de: papá, ¿por qué somos del PP?