Repago como animal de compañía

La ministra de Sanidad ha conseguido la cuadratura del círculo: “De esta manera evitamos el copago”, dijo la señora Mato. La manera era cobrar las medicinas. Pues vale. Si la ministra no quiere que al hecho de pagar cada receta le llamemos copago, pues entonces le admitimos repago como animal de compañía. Y además lo hace por nuestro bien porque, según ella, ‘es educativo’. Pero, ¿qué más queremos?

Y sonreían. Sonreía la ministra, sonreían los consejeros de Sanidad del montón de autonomías. Siempre ha sido una incógnita el porqué de las risas y sonrisas de nuestros políticos en los actos públicos. Esta vez ya sabemos de qué se reían. Los peor pensados intuirán que se reían de nosotros. Los que piensen mejor llegarán a la conclusión de que se reían porque todo sigue igual en sus respectivas sedes. Ellos siguen, sus adláteres siguen, sus coches siguen y sus viajes siguen y, por supuesto, sus sueldos siguen.

Y ya en el plano educativo, dice la ministra que van a pagar más los que más tienen y menos los que menos tienen. Demagogia pura.

Lo único de recibo de todo esto es que algo había que hacer. Pero si analizamos ese ‘algo’ los temores se acrecientan. Diez minutos antes de salir ante los medios la misma ministra, el presidente del Gobierno y medio Partido Popular nos decían eso de que el ‘copago no se contempla, no está encima de la mesa del Consejo de Ministros, no entra en nuestros planes’. Si sólo diez minutos después, se hace lo que se ha hecho, hay que colegir que se trata de una improvisación. Eso los bienpensantes, porque los malpensantes se maliciarán que nos estaban engañando.

Y ya nos explicarán ‘cuando toque’ cómo se va a hacer. Cómo se va a poner en marcha en cada Comunidad, el modo y manera de adentrarse en el maremágnum de situaciones diversas. ¿Serán los médicos los gestores? ¿Además de acertar en el diagnóstico, además de prescribir el tratamiento, además de seguir el curso de la enfermedad y las posibles recaídas, tendrán que manejar administrativamente las distintas situaciones del enfermo para recetarle de una o de otra manera? ¿Serán los farmacéuticos quienes aprendan el programa –informático, por supuesto- para saber qué es lo que tienen que cobrar a cada cual?

Todo está previsto. La palabra sostenible ha sido empleada las veces que se ha considerado necesario y, dentro de nada, la ministra ‘pondrá en valor’ nuestras enfermedades.

 
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