Por la boca… De San Francisco de Sales a Donald Trump

El flamante presidente de los Estados Unidos -con ese gran sentido de la oportunidad que parece caracterizarle- parece como si hubiera aprovechado las fechas alrededor de la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, para ponernos a caer de un burro. Somos, según él, el colectivo más deshonesto que ha conocido. Y hay que reconocer que, en tratándose de conocimientos deshonestos, en Trump, es mucho decir.

Como los periodistas no somos marcianos que aparecen de pronto en un platillo volante, sino producto de una sociedad concreta y participamos de sus virtudes y sus defectos, es lógico que haya periodistas deshonestos y honestos, tontos y listos, enterados y enteradillos, honrados y golfos, con buena o mala fe…lo mismo, es un suponer, que presidentes de los Estados Unidos en cuya nómina hay de todo.

Pero lo que si hay que exigirnos, a quienes tenemos esta bendita profesión, es un mínimo de rigor y de conocimientos y eso es lo que debería pedir Trump a los periodistas.

Basta asomarse a los informativos de radio y televisión o a los titulares de prensa, para toparse con una serie de despropósitos que dicen poco de la formación de ciertos informadores y que no tiene nada que ver con su honestidad.

Ejemplos hay muchos y abundantes y en las más variadas materias. Desde el comentarista de fútbol que afirma repetidamente que lo que ha pitado un árbitro es fuera de juego a la salida de un córner (?) hasta el que concluye, muy seriamente, que un jugador atraviesa un momento magnífico: ‘vamos, peccata minuta’, se escucha y se lee de todo, no solamente en fútbol sino en cosas mucho más serias.

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Tampoco los comentarios sobre películas se escapan del aluvión de despropósitos. Una cadena de televisión anunciaba este fin de semana la emisión de la ‘Casa de la Troya’ que ‘nos presenta el ambiente estudiantil madrileño’ (?). Cosas del equipo de promoción si no fuera porque en la presentación de la película, quienes lo hacían, se extrañaban, perspicaces ellos, de que ‘el protagonista fuera de Madrid a Santiago a caballo’…(Que menos que echar un vistazo a la película o a la novela de Pérez Lugín))

Son unos pocos ejemplos de los que en estos días, alrededor de la fiesta de San Francisco de Sales, alguien debería de tomar nota con el propósito de poner remedio.

Remedio dentro de lo posible. Decíamos que los periodistas somos producto de la sociedad en la que vivimos. Para corroborarlo basta con sentarse delante del televisor y contemplar, con estupefacción, esos programas- concurso de preguntas y respuestas. El horror está servido sobre todo si se ha escuchado la profesión o los estudios de ciertos concursantes (informe Pisa aparte).

El que Donald Trump se haya extralimitado, no nos excusa de hacer examen de conciencia.

Si San Francisco de Sales levantara la cabeza…