La Semana: Tórridos y plomizos siete días, con la misma leña para las brasas de un Estatut que se cocina a fuego lento

Una semana pesada, de plomo. El calor es plomizo y aplasta, y nuestros políticos son unos plomazos que no hay quien los aguante. Están cansinos. Siempre lo mismo y siempre con lo mismo. Y dale la manía.

Comenzamos la semana con la pesadez de la cantinela de las comparaciones entre los atentados de Madrid y Londres, el comportamiento del pueblo, de la oposición y hasta de las palomas de Cibeles o de la Plaza de Trafalgar, y la acabamos con Carod Rovira en la Moncloa, con un Zapatero que no sabe si sonreír o poner cara de "duro" del Oeste para decirnos, una y otra vez, lo mismo.

Por lo pronto, el líder de ERC ha asegurado a su salida del encuentro con el Presidente que "a nadie se le había ocurrido" aprobar una reforma del Estatuto de Cataluña que estuviera fuera de la Constitución, pero tampoco que esté por debajo de las posibilidades que da el actual marco constitucional. La misma leña en el mismo fuego.

No hay nada que negociar. Ya está todo dicho y escrito en el Parlament y ya ha advertido don Joan Tardá  -que es como Bigote Arrocet pero devaluado en gracia y en donaire- que a nadie se le ocurra tocar una coma del Estatut. Hay que dejarlo tal y como venga de Cataluña. Además de dictador este señor es un plomo.

Y para plomo, plomo, Puigcercós, el tonto inútil, que manda callar a don Alfonso Guerra, una de las pocas voces que se han levantado con un mínimo de sensatez en relación a la reforma constitucional. Claro que, puestos a repetirse, también Tardá le manda callar y hasta Diego López Garrido dice que el ex Vicepresidente habla a título personal. ¿A título personal un político como Guerra que, además, es Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso? No sea usted plúmbeo.

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Y se hace de plomo la Ministra de Sanidad, que vuelve a contarnos la historia de la clonación terapéutica. Además de plomo, antigua. Y no digamos nada de lo antiguo que es eso de que ahora sean los ayuntamientos quienes elijan a los jueces. Pero aquí todo plomazo cuela como moderno.

Y para pesaditos, los de las manifestaciones y los que se ocupan de dar las cifras y los que espían para ver qué políticos han ido o no han ido, y a los que no van, los señores de ASAJA, que también se ponen pesados, pues van y en su pesadez, los declaran persona "non grata".  Y es que ya nos los sabemos casi todo y todo nos suena.

Y está pesadito Anxo Quintana, que habla de un "pacto entre iguales" entre Galicia y el Estado español. Además de pesadito, irreal como la guerra de las galaxias, que también es una película plomo.

Y muy pesaditos los de la ilegalización del EHAK. Todos los días lo mismo, que si hay pruebas y que si no hay pruebas. ¡Se aclaren de una vez!

Don Manuel Marín, entre bronca y bronca, sigue en su pesadez de reformar el Congreso. Y ahora va a reformar los sillones de sus señorías. Debe de ser para que duerman mejor en esas sesiones plomíferas en las que sólo algún que otro regaño del Presidente de la Cámara alegra las pajarillas a nuestros representantes.

Y por volver, vuelve el tan manido problema de libertad "versus" seguridad. ¿Pero no estaba ya resuelto? Otra vez no, por favor, y menos en esta canícula que estamos viviendo.

Y plomo, plomo, Butragueño con el fichaje de Robinho y los calzoncillos de Laporta que debían de ser de algún metal a juzgar por los pitidos en el arco del aeropuerto barcelonés. Y muy plomos los sanfermines, incluidos los empelotados manifestantes del primer día que quieren hacer ellos mismos de astados para que los animalitos no sufran. Cada uno tiene su vocación.

Es evidente que la vocación de nuestros políticos es la pesadez, la repetición, el más de lo mismo y lo plúmbeo a ultranza.

Y ¡con este calor!