Superfutbolistas y supermédicos

En el fútbol profesional hay demasiadas tomaduras de pelo, todas ellas dirigidas hacia el aficionado que, en definitiva, es el que sostiene el tinglado y las lesiones de los futbolistas -ya sea en el campo o en el posterior diagnóstico- constituyen una de las más frecuentes. En todas las jornadas y en todos los partidos, se ven y se escuchan lesiones ‘gravísimas’.

Se ven cuando tras una entrada –más o menos agresiva- el jugador no se limita a caer al suelo, sino que interpreta toda una serie gestual que evidencia la gravedad de lo ocurrido: vueltas y revueltas en el césped, golpes desesperados al suelo, las manos a la parte afectada…Se oyen porque los gestos suelen ir acompañados de gritos desesperados que evidencian un dolor insufrible y la desolación más negra del protagonista…Casi inmediatamente, ese protagonista, corre por la cancha como un verdadero atleta. Cosas del agua milagrosa.

Lesiones cuyo pronóstico de curación se cifra en semanas o en meses, se resuelven favorablemente en tres días.

Hay futbolistas y, por supuesto, clubes especializados en tales menesteres y su maestría llega a tal punto que engañan a propios y extraños y, cuando los propios y a veces no tan extraños, son los árbitros, el engaño es mucho más divertido.

Más tarde, antes o después de la lesión, vienen los ademanes en los que tras algún lance favorable, se pide silencio a los espectadores o a los seguidores del rival, gesto que no se sabe si es en tono de burla o pidiendo respeto hacia el futbolista damnificado. Ese pedir silencio se parece mucho a lo que ocurre en algunos patios de vecindad, cuando se producen excesos en los decibelios y alguien grita aquello de ¡que hay enfermos!

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Transcurridas unas horas y, tras la consabida resonancia magnética, llegará el tan temido diagnóstico: la lesión es grave, seria y preocupante y tardará en curar, tres semanas como mínimo, o tres meses o tres años, que nunca se saben las complicaciones.

Pero el milagro se produce, y el futbolista, que iba a estar en problemático tratamiento durante tres semanas, tres meses y hasta tres años y que se lesionó, es un poner, un domingo, jugará al jueves siguiente, se supone que sobreponiéndose al dolor y hasta violentando su naturaleza.

Normal que en plena competición cada profesional y hasta cada club, busquen sus ventajas; pero, ¿los médicos también?

Y es lo que se pregunta mi portero: ¿médicos o taumaturgos?