Valencia, Rodiezmo y la tradición

Fraga jugaba al dominó en Perbes, Aznar se iba a comer a Quintanilla de Onésimo y Rajoy y Rodríguez Zapatero se van a Valencia y a Rodiezmo respectivamente. Todo sea por la tradición.

Y la tradición consiste en que los políticos se van al pueblo –normalmente con ropa informal- saludan mucho, sonríen mucho y –se supone que aconsejados por los asesores de imagen- se muestran cercanos e incluso como seres humanos normales, que ya es mostrase.

A eso le llamamos los periodistas comienzo del curso político e inaugurar la temporada. Y además se ha convertido en una tradición.

El que más se ‘despega’ es Rajoy que lo ha hecho en Valencia por razones obvias y allí tuvimos ocasión de constatar lo que le quieren y le admiran los dirigentes del Partido Popular en Valencia; la fidelidad, a toda prueba, al líder de los dirigentes del Partido Popular en Valencia y los entusiasmos de Rita Barberá, enamorada del albero de la plaza de toros y de la vena mitinera de Francisco Camps que se desmelenó casi literalmente. Como se puede apreciar una apertura de curso llena de novedades y de planes nuevos del jefe de la oposición que no dijo nada que no haya dicho desde hace meses.

Y Rodríguez Zapatero en Rodiezmo, dónde resulta que tienen un alcalde del Partido Popular. Pero da igual. Los mismos entusiasmos, las mismas fidelidades, los mismos votos de lealtad, las mismas promesas -esta vez tocaban las pensiones-, y el mismo culto a la virtud de la esperanza. Lo ha dicho otra vez. Vamos a salir de la crisis a pesar de la oposición y de los populares y el Gobierno es, por encima de todo, un Gobierno dialogante.

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Si no fuera por el respeto que hay que tener a las tradiciones, alguien podría decir a nuestros dirigentes políticos que se dejaran de tonterías y que si se quieren ir de excursión a jugar al dominó, a los bolos o a la petanca, que se vayan, pero que no nos lo cuenten y sobre todo que no nos cuenten más historias o que si nos las cuenten suenen –aunque solo sea sonar- a nuevo.