Un año de ZP: degenerando

Las anécdotas es lo que tienen, que se atribuyen a unos y a otros y nunca se sabe muy bien quién es el protagonista. Por eso no le voy a atribuir a nadie aquello que cuentan de un matador de toros retirado a quien comentaban que un antiguo banderillero suyo, también retirado, había llegado a concejal: ¿Cómo fulanito ha llegado de banderillero a concejal?, preguntaron al matador. Pues ya ves, degenerando, contestó.

Son semanas de balance y de analizar lo que ocurrió aquellos días de marzo del pasado año. Por un lado, la gestión del PSOE en el poder y los logros del gobierno de Rodríguez Zapatero; por otro, la política de oposición del PP de Rajoy. El término "degenerando" se viene a la boca del periodista con demasiada soltura.

Dice el Presidente del Gobierno, imitando una frase de Felipe González, que las cosas funcionan razonablemente bien. Es la ventaja de los adverbios, que son muy polivalentes, algo así como la Ministra de Cultura que fue "fraila" antes de ser ministra. No se sabe muy bien lo que es razonable para el señor Rodríguez Zapatero, pero mucho me temo que su sentido de lo que va bien y de lo que es razonable no se concilia con la idea que tienen muchos españoles.

Al PSOE se le vino el Gobierno a las manos sin esperarlo. El PP estaba degenerando. Los últimos cuatro años de Aznar fueron prepotentes, autistas y confiados y culminaron en una campaña electoral  sin despeinarse. "Esto está chupao", pensaban en Génova, y fueron acortando distancias con un PSOE incrédulo ante sus posibilidades electorales pero que no hacía las cosas mal y que decía lo que muchos querían oír sobre Bush, sobre la guerra de Iraq y sobre las relaciones internacionales.

En estas llegó el 11-M con su carga de muerte y volcó las encuestas de forma definitiva. Las actuaciones del día de reflexión o los que se aprovecharon de los terroristas también lo hicieron degenerando. Todo contribuyó y Rodríguez Zapatero se encontró con una criatura en los brazos sin saber cómo ni por qué. Y se dispuso a gobernar

Y siguió degenerando. Y degeneró en una política exterior desastrosa cuyo acto más reciente, la cumbre sobre el terrorismo, ha sido una muestra de esa degeneración. Ni americanos, ni franceses, ni alemanes. Una cumbre del Tercer Mundo y poco más. Alianzas de risa y de cuarto o quinto orden. Y el Presidente norteamericano sigue sin dar señales de vida

El modelo de España degenera a pasos agigantados. Ibarretxe sigue en sus delirios de cara a las elecciones, y los catalanes se aprovechan y se seguirán aprovechando de la "cabeza dura" del Lehendakari que se estrella contra todo lo que le pongan por delante.

Degeneran las relaciones con la sociedad y muy concretamente con la Iglesia Católica. Las clases de religión, los ataques indiscriminados a la familia, a las creencias más arraigadas de la inmensa mayoría de los españoles...

Y degenera el partido que sustenta al Gobierno, que batalla contra el Presidente de las Cortes que ellos mismos han nombrado y se les va de las manos el asunto de los idiomas, y la reforma de la Constitución, y la Ley de Calidad de la Enseñanza, y el Comité de Sabios de RTVE y hasta algunos de los Delegados del Gobierno en capitales autonómicas.

 

Y en el colmo de la degeneración, la Ministra de Cultura se declara "cocinera antes que fraila". Para que luego digan que el Plan Ibarretxe no tiene virtualidad entre los vascos y vascas, españoles y españolas, ministros y ministras, y frailes y frailas.

Y degenera la oposición. Con una Izquierda Unida que, de pura degeneración, se ha quedao en la nada más absoluta y un Partido Popular timorato que no sabe aún qué es hacer oposición.

Lo único que a Rodríguez Zapatero le funciona "razonablemente bien" es el Barça.

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